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Ser joven en el medio rural de Aragón: "Aquí el que se aburre es porque quiere"

¿Cómo es la vida de un joven en un pueblo de menos de 5.000 habitantes? ¿Cómo se divierte? ¿Sueña con nuevos horizontes o le gusta vivir en un pueblo? Se lo preguntamos...

Campo de trabajo en la Comarca del Matarraña dentro del programa Jóvenes Dinamizadores Rurales.

Campo de trabajo en la Comarca del Matarraña dentro del programa Jóvenes Dinamizadores Rurales. / SERVICIO ESPECIAL

Laura Rabanaque

Laura Rabanaque

Aunque a algunos les resulte difícil de creer, las ciudades no son el centro del universo. En Aragón, muchos jóvenes sobreviven en su día a día sin grandes centros comerciales ni eventos multitudinarios. Son la juventud que habita en el medio rural, en municipios más o menos grandes, pero con un estilo de vida y formas de divertirse diferentes a los de los jóvenes de las grandes urbes. 

La falta de servicios y oportunidades laborales hace que muchos de ellos tengan que abandonar sus pueblos para trabajar, aunque no quieran. Algunos consiguen regresar, pero otros ya no lo hacen. Esta fuga de habitantes del medio rural a las ciudades ha dado lugar a lo que hoy se conoce como España vaciada. 

Este término se usa para nombrar a aquellos lugares de nuestro país que se ven afectados por la despoblación, es decir, el éxodo de habitantes desde los pequeños núcleos de población a las ciudades que ejercen un gran poder de atracción como motores económicos de un mundo globalizado. De hecho, se estima que actualmente más de la mitad de la población mundial vive en ciudades de más de 300.000 habitantes.

Esta semana, en El Periódico del Estudiante, nos hemos preguntado cómo es ser joven en el Aragón rural y cómo ven ellos su futuro. La respuesta parece clara: La vida en el pueblo mola y si por ellos fuera, ahí se quedaban. Tres jóvenes que viven en tres poblaciones diferentes de la provincia de Zaragoza y de Teruel nos cuentan cómo es su día a día, cómo se divierten, quiénes son sus amistades, cómo es enamorarse, si se ven viviendo en el pueblo toda la vida o si sueñan con marcharse a otros lugares.

Todos ellos forman parte del programa Jóvenes Dinamizadores Rurales (JDR), un proyecto financiado por la Unión Europea y el Gobierno de Aragón, con la colaboración de los grupos de acción local de 17 comarcas aragonesas, que da protagonismo a los jóvenes inquietos y emprendedores para dinamizar y transformar su entorno a través de distintas actividades, encuentros, etc. 

África Palacios (Caspe): "Me gusta conocer a la gente que tengo alrededor, saber quién vive en la casa de al lado"

África Palacios.

África Palacios. / SERVICIO ESPECIAL

Para África Palacios, estudiante de 4º de ESO del IES Mar de Aragón de Caspe (10.336 habitantes), su vida en esta localidad no tiene nada que envidiar a la de los jóvenes de la capital. "Caspe no acaba de ser un pueblo porque es muy grande. Tanto los jóvenes, como adultos y personas mayores, contamos con mucho rango de actividades. Aquí el que se aburre es porque quiere", asegura.

Ella misma no para. Hace flauta travesera, practica escalada y datchball, y va a clases de inglés. "Hago muchas actividades diferentes", confiesa. Sus amigos son de Caspe pero también de pueblos cercanos, como Escatrón, Chiprana, Maella, Fabara... "Solemos ir de campamentos, donde nos juntamos todos".

Muchos de los jóvenes del pueblo cuentan con un local para reunirse, aunque con el buen tiempo es habitual juntarse en las terrazas, y en invierno, salir a cenar a algún sitio o quedar en alguna casa. 

A ella lo que más le gusta de su pueblo es que todo el mundo se conoce. "Es algo que valoro mucho, cruzarte por la calle, saludarte y preguntarte por toda la familia, ese conocimiento con la gente en la calle. Al final nunca estás rodeada de desconocidos", explica. Aunque también esta cercanía tiene algunos inconvenientes, como a la hora de enamorarse. "Se entera tu abuelo y hasta el vecino del quinto", bromea la joven.

"Hay gente que le gustaría tener un centro comercial al lado de casa, pero no es mi caso"

Para África, también es muy interesante toda la variedad de asociaciones y actividades que hay en el pueblo. "En un fin de semana puedes tener tres actividades diferentes y en cada una vas a tener gente de tu entorno más cercano. Siempre hay sitios a los que ir y siempre encuentras a alguien".

La vida en la gran ciudad no le da envidia. "Hay gente que le gustaría tener un centro comercial al lado de casa, pero no es mi caso. Además, en este pueblo tenemos facilidades, todos los fines de semana hay trenes de ida y vuelta a Zaragoza y bajamos mucho con mis amigos para pasar el día. También te puedes ir a PortAventura o al acuapark".

Consciente de que para estudiar en la universidad, tendrá que irse fuera, la joven espera poder volver al pueblo. "El bullicio de la ciudad no me gusta. A mi me gusta estar en el pueblo, conocer a la gente que tengo a mi alrededor, saber quién vive en la casa de al lado. Aprecio mucho mi pueblo, y si me tengo que ir a otro sitio, espero que sea a otro pueblo".

Para poder combatir la despoblación, según África, hacen falta más recursos y mejores transportes en los pueblos, sobre todo en los pequeños, "para que la gente pueda estar ahí y moverse con tranquilidad". "Entiendo que sea difícil llevar esos recursos pero lo veo necesario si quieren que esa España vaciada vuelva a llenarse y a ser tan viva como antes", añade.

Lucía Plumed (Monreal del Campo): "El ambiente es muy hogareño y puedes ir andando a cualquier sitio"

Lucía Plumed.

Lucía Plumed. / SERVICIO ESPECIAL

"Está bastante bien porque estás cerca de las casas de tus amigos, te conoces todos los sitios y es fácil encontrar un lugar donde estés cómodo y no haya mucha gente". Así es, según Lucía Plumed, la vida de una joven de 13 años como ella en su pueblo, Monreal del Campo (2.486 habitantes). Lucía estudia en el IES Salvador Victoria donde cursa 2º de ESO. Además de ir a clase, practica datchball, bádminton, teatro y guitarra. «Estoy bastante ocupada», admite.

Para divertirse suele quedar en alguna casa para jugar a juegos de mesa o a dar vueltas por el pueblo. "Ahora, en el grupo de dinamizadores, estamos intentando crear un espacio joven en Monreal, que abrirá los viernes. Creemos que es una buena idea y que a la gente le va a parecer bien. Dentro de unos días iremos al instituto con una pancarta para que la gente ponga las actividades que le gustaría que hubiera en el espacio", señala.

"Podría haber FP en todos los pueblos o ventajas para los jóvenes como descuentos en el alquiler"

Lucía tiene amigos dentro y fuera del pueblo, e indica que se suele relacionar sobre todo con la gente de su edad. Lo que más le gusta de vivir en este lugar es la comodidad: "Es muy hogareño, conoces a la gente, sabes dónde está todo... Puedes ir andando a todas partes y aquí en Monreal tienes básicamente de todo: tiendas, librerías, bastantes bares, academias, gimnasios, etc., además de un montón de actividades. Y todo te pilla muy a mano, en un par de minutos te has cruzado el pueblo". De la ciudad echa de menos pocas cosas. "Estaría bien tener un centro comercial o un cine", confiesa, aunque una vez al mes o cada dos suele ir a Teruel o a Zaragoza con su familia para comprar, ir "al cine o al Ikea", comer en algún restaurante, etc.

"Me gustaría mucho quedarme en el pueblo pero hay algunos trabajos que me gustaría hacer que aquí no podría, es verdad que no hay tantas oportunidades", destaca. Para luchar contra la fuga de jóvenes del medio rural, ella propone que hubiera FP en todos los pueblos y ventajas como ayudas o descuentos para alquilar o comprar un piso. "Y que hubiera más puestos de trabajo", agrega. Entre sus amigos, hay diversidad de opiniones entre quienes quieren quedarse y aquellos a los que les gustaría vivir en la ciudad.

Irene Vera (Borja): "Tenemos alimentos frescos, hay menos contaminación acústica y el aire es más limpio"

Irene Vera.

Irene Vera. / SERVICIO ESPECIAL

Irene Vera tiene 15 años y estudia en el IES Juan de Lanuza de Borja, municipio zaragozano de 5.076 habitantes. "La verdad es que se vive muy a gusto", reconoce. En el pueblo se siente bien. "Me gusta vivir aquí, vivo al lado de una montaña y salgo a pasear por ahí, quedo con los amigos y vamos a andar", cuenta sobre su día a día. Uno de los principales puntos de reunión es el centro juvenil de la localidad, donde hacen actividades y talleres de todo tipo, desde postres a pulseras, y "solemos hablar mucho de las cosas que pasan". 

Irene también tiene amistades en otros pueblos cercanos que no tienen instituto y van al de Borja. "Eso nos ayuda mucho a socializar, luego vas de pueblo en pueblo a verlos o los visitas para fiestas en verano". Lo que la joven más valora de su pueblo es la tranquilidad: "Hacer planes para salir, ir con las bicis por el campo, bañarnos en el río... hay muchas cosas que hacer". Además, en Borja hay bastante tiendas y en los pueblos pequeños suele haber una tienda y también va el carnicero, el pescatero y el frutero. "Tenemos lo necesario y cuando queremos bajamos a Zaragoza o también se puede comprar por internet", explica.

"Tenemos todo lo necesario y si no se baja a Zaragoza o se puede comprar por internet"

Para Irene, la vida en el medio rural es bastante buena y aunque alguna vez se ha preguntado cómo sería vivir en la ciudad, el pueblo le llena. "Para estudiar sé que me tendré que ir fuera pero espero volver al pueblo cuando tenga mi vida planeada, a no ser que el trabajo lo tenga lejos". Si eso ocurre, tiene claro que seguirá yendo al pueblo aunque ya no viva allí. Con respecto a la diferencia entre vivir en un pueblo y en una gran ciudad, Irene cree que hay mucho desconocimiento. "La gente piensa que se vive peor porque hay menos recursos y no todo lo tienes a mano, pero la verdad es que se está muy bien. Tenemos alimentos frescos de nuestras huertas y granjas, menos contaminación acústica y el aire es más limpio", indica.

Para comprobarlo, recomienda a la gente que no tenga pueblo pasar un fin de semana en alguna casa rural. Irene tiene claro que los jóvenes mueven mucho, y que hacer cosas para atraer a la gente joven al medio rural o para que quieran quedarse a vivir en él, es clave para luchar contra la despoblación.