No hay ningún observador imparcial que se atreva a decir con claridad quién se convertirá hoy en el nuevo secretario general del PSOE. Si los avales fuesen votos, no habría ninguna duda: Pedro Sánchez ganaría ampliamente, con Eduardo Madina en segundo lugar y José Antonio Pérez Tapias a muchísima distancia. Sin embargo, los socialistas suelen sorprender cuando eligen candidatos electorales y liderazgos (de Josep Borrell a José Luis Rodríguez Zapatero), y el escenario se vislumbra abierto y repleto de incertidumbres para el que acabe tomando el mando.

Esta ha sido una campaña extraña. Mucho menos tensa que la anterior pugna, entre Alfredo Pérez Rubalcaba y Carme Chacón, pero también más sibilina. En un momento de liderazgos débiles y cuestionados (salvo el andaluz, dirigido con mano de hierro por Susana Díaz), los distintos barones no han querido hacer explícito su apoyo a ningún aspirante. Bajo la superficie, sin embargo, han circulado todo tipo de corrientes a favor de Sánchez. En parte, debido a que Madina, con su exigencia de que participasen de forma directa los casi 200.000 militantes socialistas, frustró la operación para que Díaz fuese elegida sin contrincante. Y en parte, también, porque Sánchez les inspira más confianza frente a un Madina que suscita miedos por su anunciada voluntad de cambiar a fondo el partido.

Si vence el madrileño, su triunfo tendrá muchos padres, pero uno por encima de todos: Andalucía, que se ha volcado en su candidatura, algo que él ha sabido corresponder. Un ejemplo. Mientras el vasco cerró ayer campaña en Barcelona y Barakaldo, Sánchez lo hizo en Córdoba, Granada y Sevilla. Pérez Tapias también supone una incógnita. Puede lograr un gran resultado o desinflarse por el voto útil. En ese caso, beneficiaría a Madina, que tiene un perfil más de izquierdas.

Y una nueva interrogante: la participación. La consulta cae en verano, en domingo y con una final del Mundial de fútbol; existe miedo a que el número de votos sea menor al de avalistas, que fue de 80.000. En principio, cuantos más militantes acudan a sus agrupaciones a votar (los socialistas saltarían de alegría si llegaran a los 110.000), más posibilidades tendrá Madina.