Protestas ante Ferraz

Interior defiende la actuación policial contra los manifestantes ante la sede central del PSOE

El uso de gas irritante no estaba previsto inicialmente por los antidisturbios

La Policía carga contra los manifestantes durante una concentración en contra de la amnistía, frente a la sede del PSOE.

La Policía carga contra los manifestantes durante una concentración en contra de la amnistía, frente a la sede del PSOE. / EP

Juan José Fernández

En medio de una gran tensión, y con algunos objetos volando por encima de la multitud, manifestantes que estaban más cerca del cordón policial, apretados contra las vallas de acero que les impedían el paso, empezaron a cortar las bridas que las unían entre sí. Un jefe del dispositivo de antidisturbios UIP de la Policía Nacional se dio cuenta cuando ya había dos barreras desunidas en el extremo más cercano a la acera que lleva a la sede federal del PSOE. Ese fue el detonante de la carga policial que en la noche de este lunes disolvió la algarada ante el edificio socialista, relatan fuentes policiales a este diario.

El atestado que levantaron los antidisturbios recoge el impacto de botellas de cristal en la zona donde estaban los policías, según las mismas fuentes. En esa ocasión, los agentes lanzaron botes de humo no irritante. Después sí, a la vez que cargaban, arrojaron gas pimienta y 3.800 personas echaron a correr en dos sentidos por la madrileña calle Ferraz en medio de una cerrada neblina.

El gas causó algunos casos de reacción aguda en personas mayores que se habían mezclado entre jóvenes "de estética ultra". Esos mayores requirieron atención de una ambulancia presente, sin que nadie tuviera que ser derivado al hospìtal. Si que hubo, entre los tres detenidos de la noche, uno de los cortadores de bridas.

Debate político

Los movilizadores de los escraches, a base de posts en redes sociales han conseguido llevar la actuación policial a la agenda informativa de este martes, aventando la teoría de una policía política al servicio del ministro Fernando Grande-Marlaska. Y este ha contestado este martes en el Senado rechazando la acusación: no hubo orden política; la actuación policial del lunes dependió de "los órganos operativos", o sea mandos técnicos policiales que son los que "analizan la situación y determinan el número de efectivos".

Y esto es también una advertencia de que, según crezca la afluencia y virulencia de estas concentraciones, aumentarán el despliegue policial. En la Cámara Alta, Marlaska ha pedido también "que la derecha y la ultraderecha llamen la atención, que digan que lo que pasó ayer no puede caber en una democracia".

Interior ya tuvo que salir al paso durante el fin de semana a acusaciones de actuación policial desmedida a la hora de proteger la sede del PSOE. Se difundían por redes sociales, contaban que se estaba deteniendo a ancianos que protestan contra la amnistía. Secundó el bulo en la red social X la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Y se lo tuvo que desmentir el delegado del Gobierno en Madrid, Francisco Martín: no hubo ninguna detención.

Gas no previsto

La de la noche de este lunes "fue una actuación proporcional y oportuna", defienden en Interior. También abundan en que se utilizó el material "que requería la ocasión".

Ciertamente, no estaba previsto arrojar gas irritante. De hecho, los policías no estaban ataviados con máscaras protectoras que les ayudaran a respirar y desenvolverse en medio del humo picante. "He echado lágrimas y saliva como en mi vida", relata a El Periódico de Cataluña, del grupo Prensa Ibérica, un miembro del operativo de antidisturbios que actuó en la calle Ferraz. Pero "el riesgo de que nos desbordaran aumentó mucho de repente", cuenta en referencia al corte de bridas, que él también confirma.

Esta fuente asevera que se disparó munición detonante, que provoca únicamente ruido, y no bolas de goma. La carga policial contra quienes protestaban contra Pedro Sánchez, los acuerdos de investidura y la amnistía fue de una intensidad muy inferior a las que tuvieron lugar en las calles de Barcelona durante las algaradas contra la sentencia del procés en 2019.

"Estética ultra"

La Policía reaccionó en la manifestación de la calle Ferraz ante dos fases distintas con una hora de separación entre ellas. La segunda fase es la que degeneró.

Desde las 19 horas había gente congregada, pero con una mayoría de personas mayores y vecinos, un ambiente en el que se habría encontrado perfectamente cómoda la expresidente madrileña Esperanza Aguirre. Una hora después, el público se había vuelto muy nutrido, y se habían colocado en la vanguardia, ante las vallas metálicas policiales, hombres "de estética ultra", recoge el atestado en referencia a un grupo de falangistas entre los que había -este extremo según fuentes no policiales-, varios de los participantes en el famoso ataque a la librería Blanquerna de 2013.

Sobre las 20:30 el clima se había calentado mucho. Una parte de los manifestantes bramaba contra periodistas de emisoras catalanas que cubrían la protesta. Fue a esa hora cuando los esfuerzos de esa vanguardia se destinaban a separar las barreras. Hasta entonces, el objetivo principal de la Policía era mantener inaccesible la sede socialista y extraer de la multitud a algunos vecinos del barrio que indicaban su deseo de llegar a sus casas.

En un momento determinado de esa segunda fase, activistas presentes en el escrache retiran y guardan dos grandes bafles de la formación juvenil Revuelta, adscrita a Vox. Los policías se dan cuenta de que algo se está preparando como para que se pongan a preservar su material.

Organizados

Una pala, una barra de hierro, tres porras extensibles y varios garrotes de madera forman el conjunto de objetos peligrosos intervenidos a los manifestanes, consignan fuentes policiales. No hubo, sin embargo, más que una agresión a un inspector de policía, y ninguna a ningún civil; sí varios intentos de desbordamiento del cordón policial y un caso de una mujer, muy alterada, detenida por desobediencia.

Cuando aparecieron los manifestantes de la referida "estética ultra", los antidisturbios, que hasta el momento habían guardado la mayor parte de sus efectivos en la retaguardia, adelantaron sus furgones, los dispusieron en escalones para entorpecer el paso y enviaron al grueso del dispositivo hacia adelante, ante las vallas.

Esos fueron los prolegómenos de la carga policial. Cuando esta se desencadena, los agentes aprecian dos típicas reacciones diferentes: gente común que corre por la calle para huir del gas irritante y de los porrazos, por un lado. Algunos de esos acaban refugiándose en la iglesia del Inmaculado Corazón de la calle Marqués de Urquijo.

Por el otro lado los más resistentes, algo más de un centenar, que se emboscan tras contenedores, arrojan papeleras al suelo y esparcen su contenido. Actuaban "organizados, replegándose poco a poco" para dificultar el avance de la Policía, relatan las mencionadas fuentes.

En ese momento, ni Santiago Abascal, líder de Vox, ni el vicepresidente voxista de la Junta de Castilla y León, Juan García-Gallardo, ni más dirigentes de la formación de ultraderecha estaban ya presentes.

Las fuentes policiales consultadas no corroboran la versión según la cual una minoría de manifestantes de extrema derecha reventó lo que en un principio era una protesta de una mayoría de derecha ultraderecha. Tres grados en el abanico político presente allí. "Los más extremos hicieron suya la manifestación casi desde el principio", refieren.

Uno de aquellos amos de la concentración cabalgó la valla metálica. Fue el primer detenido. A partir de ahí, el gas, las porras y las carreras.