Como si de un partido se tratara (quién sabe si el más importante de su vida), los integrantes de Bivouac calientan de manera concienzuda antes de enfrentarse a la gran rueda metálica que se levanta a pocos metros de distancia y atrae las miradas de los curiosos que merodean por la Estación del Norte.

Cinco de los seis franceses que integran la compañía de circo ensayan algunos equilibrios tendidos sobre el suelo. Están dentro de un pequeño espacio delimitado por las ya clásicas mallas que cubren los recintos de los espectáculos en la calle de estas Fiestas del Pilar marcadas por las restricciones. Su ritual incluye algunos estiramientos, pequeños juegos de reacción y movimientos explosivos con el vientre simulando ondas. Ríen, bromean y comprometen a algún viandante despistado. Así han sido este viernes los prolegómenos de 'Perceptions' en Zaragoza.

La propuesta de Bivouac es tan ambiciosa en el fondo como en la forma. El espectáculo que lanzaron hace dos años y que han llevado durante los últimos meses por España, Francia y Portugal con un éxito sobresaliente promete ser una narración visual que cuestiona «lo real» del universo. En la práctica, en ocasiones, ha sido un verdadero desafío a las leyes de la física y de la gravedad. Giros y volteretas imposibles y movimientos que parecían levitar en el aire. Una variante del ilusionismo hecho espectáculo circense.

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Bivouac da la vuelta a Zaragoza Ángel de Castro

La actuación ha fluido al ritmo que marcaba el sexto componente del grupo. Discreto, en un lado, compaginaba ritmos espasmódicos enfundándose un saxo con una ambientación más melódica frente al teclado o sonidos metálicos que por momentos parecía el diálogo de R2D2.

Ante ellos, los 250 asistentes que, en el marco de estas atípicas fiestas del Pilar, han acudido a la Estación del Norte no daban crédito por momentos. La multitud que ha llenado los asientos y el medio centenar que se ha quedado fuera sin entrar eran incapaces de despegar la mirada del espectáculo. Imposible hacerlo.

Los seis franceses parecían jugarse la vida en cada movimiento. No había un minuto de tregua. «Esto lo deberían grabar para una película», comentaba una sorprendida niña que observaba el espectáculo absorta desde la entrada del recinto. Quizás sean las siete palabras que mejor definan 'Perceptions'.

Eran ellos, los más pequeños, los que, a priori, los llamados a disfrutar más de la propuesta donde la música, la danza y los números verticales se entremezclaban creando una armonía imposible. Pero nada más lejos de la realidad, con el transcurso de la actuación, los mayores, tanto los que acompañaban a los benjamines como los que se habían acercado en solitario, se han sumergido en el mundo paralelo que tenían ante sus ojos.

Todos ellos, entregados a la propuesta de los franceses, no permitieron que los aplausos dejaran de fluir durante los 50 minutos que los cinco acróbatas permanecieron volando, brincando y girando, disfrutando y sintiendo cada instante. Así, hasta fundirse en uno, unidos ante la inmensidad del todo.