Los rasgos paranoides de Santiago Mainar coinciden con el perfil psiquiátrico de un "justiciero". Es alguien a quien ese desequilibrio podría llevarle a defender a la gente de algo que el considera malo como un alcalde tiránico y el cambio de declaración --se proclamó inocente a los dos días de asumir en exclusiva la autoría del crimen de Fago-- podría deberse "a que le han podido decir que no siguiera por ahí. De hecho es sugestionable". Esas fueron algunas de las aportaciones que ayer hicieron al juicio por el asesinato de Miguel Grima, que hoy termina, los peritos psicológicos y psiquiátricos de la defensa, citados para tratar de probar que el acusado padece un trastorno y se inventó la confesión para liberar al pueblo.

Los peritos Deborah Calvo y José María Caballero explicaron que Mainar tiene ideas deliroides pero no delirantes. Son "reales" --percibe e interpreta la realidad de forma correcta--, aunque la "convicción patológica" que muestra dota a su conducta de un punto de delirio que calificaron como "alteración del juicio". Esas ideas deliroides, añadieron, pueden convertirse en base de una psicosis que, en todo caso, no ha desarrollado. Ni simuló ni inventó nada en sus entrevistas con ellos, tras las que concluyeron que padece "trastorno de pensamiento de perfil paranoide".

"No se puede concluir que padece una depresión", aunque "sí tiene sensación de final de camino" y ofrece síntomas de ansiedad, y presenta tendencias suicidas que no ha desarrollado. Lo definieron como "sincero" y "reflexivo" y añadieron que "es sugestionable".

Los psicólogos le atribuyeron un "perfil narcisista" con ideas que "rayan" lo delirante, aunque rechazaron que sea un "trastorno". "El peso que da a las ideas le crea los problemas", apuntaron Calvo y Caballero, que calificaron de "exótico" que se hubiera inventado la autoinculpación aunque indicaron que un gesto de ese tipo no carece de relativa frecuencia en determinados grupos sociales. Los peritos ilustraron el estado mental de Mainar: "Si dijera que le ha encargado Dios la tarea, sería un trastorno delirante", pero "se queda a las puertas, no llega a traspasar el umbral".

COMPATIBILIDADES

Los dos peritos consideraron el cuadro mental del acusado "compatible" tanto con la invención de una autoinculpación --una "autoinmolación jurídica" por el "deber ético de salvar a otros"-- como con la confesión de unos hechos que sí hubiera cometido y, también, con la posibilidad de matar.

Los psiquiatras Enrique Fernández y Mariano Royo Villanova definieron a Mainar como una "persona tendente a ayudar" y a "denunciar la injusticia y reclamar justicia" que muestra una "actitud rígida e irreductible por la lógica, y tendente a pleitear", pero en el que no hallaron pruebas de que sufriera "deterioro" mental. "Está en un nivel alto de paranoidismo", pero no se puede decir ahora que tiene un trastorno delirante", dijeron.

Indicaron que la invención de una autoinculpación "satisface su personalidad" al verla como "acto heróico", aunque admitieron no saber "si ha hecho una narración construida desde la realidad o desde su ideología". Aseguraron creer que pudo desdecirse de la confesión porque con el primer testimonio ya había "colmado" su narcisismo y añadieron que su perfil mental es también compatible con la autoría del crimen.

"¿Estamos hablando de una persona que se considera un justiciero?", les preguntó el acusador del PP, José María Viladés. "Tiene un rasgo paranoide del justiciero, quiere que se haga justicia", respondieron.