Los traficantes que operan en Aragón timan a los toxicómanos una de cada ocho veces que les venden droga. Los resultados de los análisis que efectuó el año pasado el Servicio de Farmacia del Área de Sanidad de la Delegación del Gobierno, el gabinete que escruta la riqueza de cada partida de estupefacientes que intervienen las fuerzas de seguridad en la comunidad autónoma, revelan que la tasa de narcóticos presente en el 12% de las sustancias decomisadas era cero.

Es decir, que no resulta nada inusual que un drogadicto se gaste, por ejemplo, 60 euros en adquirir un gramo de cafeína mezclada con lidocaína pensando que es cocaína, sustancia que, en realidad, no llega a probar por mucho efecto placebo que pueda producirle la picadura de dos productos químicos cuyos efectos --excitación general y adormecimiento tópico-- son similares a los del estupefaciente que cree haber comprado.

Esos timos son en ocasiones, aunque las menos, totalmente intencionados. En otras, resultan consecuencia del carrusel de adulteraciones que practican los traficantes en las drogas para elevar su margen de negocio: aumentan el peso de las partidas con sustancias de corte y venden el producto resultante a precios estandarizados.

CARRUSEL De hecho, es frecuente que la riqueza de las drogas que las fuerzas de seguridad intervienen recién entrada en España supere el 85%, que ese grado de pureza caiga hasta una horquilla del 50% al 65% cuando está en manos de los clanes que dominan zonas amplias de una ciudad y que se haya desplomado incluso por debajo del 5% en el eslabón final de la cadena, que es el toxicómano.

Por otro lado, las hasta hace unos años relativamente frecuentes oleadas de muerte por sobredosis de heroinómanos en determinadas zonas solían deberse a la distribución de partidas de estupefaciente de una riqueza inusualmente elevada en opiáceo.

Los distintos actores que intervienen en la cadena del narcotráfico, que empieza en los laboratorios de Iberoamérica o Asia donde las organizaciones elaboran el producto y finaliza en las calles del primer mundo, triplican con creces el género con el que trafican a base de adulterarlo.

Los análisis del Servicio de Farmacia de la Delegación del Gobierno revelan que las mayores tasas de pureza se dan en la cocaína y sus derivados, que alcanzan una media del 29,25%. Es decir, que apenas la cuarta parte de lo que se compra y vende en la calle como reina de la noche lo es en realidad.

Tras este grupo se sitúa en el escalafón de pureza la droga sintética o de síntesis --éxtasis sólido y líquido, anfetaminas, mefedrona, etcétera--, en la que la droga alcanza el 28,76% del peso de las sustancias intervenidas. Se trata de estupefacientes de elevada potencia que habitualmente --no siempre-- se distribuyen en pastillas cuyo principal integrante son los excipientes, materiales inertes con los que se mezclan para darles consistencia y forma.

El tercer grupo de estupefacientes lo integran los opiáceos, entre los que el de mayor consumo es la heroína --la metadona es un opioide sintético--, con una media de pureza del 21,73%.

HÁBITOS La familia de drogas de mayor consumo, los derivados del cannabis, es al mismo tiempo la que presenta los índices de pureza más reducidos en la venta al menudeo, ya que la tasa de THC --tetrahidrocannabiol, su principio activo-- se sitúa en el 8,1%.

Los cannábicos --marihuana, hachís, grifa-- constituyen el grupo de drogas de mayor presencia en la calle, a tenor del perfil de los decomisos efectuados por las fuerzas de seguridad: el 69% de los 11.834 efectuados el año pasado --8.165, más de veinte diarios-- correspondían a esta familia.

La presencia del resto de drogas en la calle es menor: un 9% de los decomisos corresponde a sustancias cocaínicas, un 7% a estupefacientes sintéticos, un 1% a los opiáceos y el 2% restante se cataloga como otros.