La robótica comienza a implantarse poco a poco en el tejido empresarial aragonés. De hecho, el 16,07% de las compañías de la comunidad de más de diez trabajadores ya está utilizando algún tipo de robot en sus procesos productivos. Así lo indica la Encuesta sobre el uso de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) publicada recientemente por el Instituto Nacional de Estadística, que, por primera vez, ha analizado esta variable en el citado informe. La encuesta pone de manifiesto que las empresas aragonesas están apostando con fuerza por la incorporación de la robótica en su trabajo diario, ya que solo se ven superadas por las firmas de Navarra (18,85%) y País Vasco (17,39%). Así, en el conjunto del país, solo el 10,96% de las compañías de más de diez trabajadores utiliza algún tipo de robot.

Los expertos resaltan este liderazgo porque subrayan que será la mejor forma de garantizar la superviviencia de las empresas. «Si no se abrazan las tecnologías relacionadas con la industria 4.0 se corre un serio riesgo de ser menos competitivo», subraya el director del Instituto Tecnológico de Aragón (Itainnova), Ángel Fernández. Eso sí, abrir las puertas de la compañía a la robótica no es barato. Se requiere de inversión, un cambio de mentalidad y una estrategia a largo plazo. «Venimos de unos años con mucho miedo a invertir, pero las empresas deben ser conscientes de que al final se amortizará», asegura Fernández, que apunta que el desembolso debe ir acompañado de una inversión «intangible» en formación de personal.

Lógicamente, las firmas aragonesas que más están apostando por la implantacion de robots son las industriales: en este sector el porcentaje de empresas que ha incorporado la robótica sube hasta el 29,8%, frente al 10,22% del sector servicios.

Una de las compañías aragonesas que más está apostando por la inteligencia artificial y la automatización de procesos es Fersa, especializada en la fabricación de rodamientos. «Hace tiempo que nos dimos cuenta de que era algo que teníamos que hacer si queríamos seguir siendo competitivos en un sector como el nuestro, en el que la competencia de China e India es muy fuerte», explica el director de operaciones de la planta zaragozana de Fersa, Fernando Cebrián, que destaca que la empresa destina el 10% de sus beneficios a proyectos de inteligencia artificial.

EL EJEMPLO DE FERSA

Los robots que la compañía comenzó a implantar en la fábrica de Plaza en el 2015 han permitido automatizar controles de calidad y diferentes operaciones. «Antes, por ejemplo, un trabajador se encargaba de comprobar que los rodamientos no tenían ningún tipo de grieta o de montar manualmente los aros y los conos; al final lo que hemos hecho es eliminar esos puestos penosos para darles más valor añadido», indica Cebrián, que apunta que ahora han formado a esos empleados para que se encarguen de gestionar varias máquinas.

En este sentido, subraya que en su caso la implantación de la robótica no ha destruido ningún empleo. «Al revés; como somos más competitivos hemos podido instalar nuevas líneas y crear más puestos», asegura. Desde hace poco tiempo, Fersa ha decidido ir un paso más allá e introducir el big data, lo que le permite predecir y adelantarse a posibles errores de producción: «Estamos trabajando en un proyecto europeo junto al Itainnova para podere sacar más provecho a los datos que registran nuestros robots».

Sin duda, la fábrica aragonesa que más robots alberga es la de Opel. La planta ya supera los 1.600 y se vuelve cada vez más inteligente, en un incesante proceso de transformación hacia la industria 4.0.