Mujer y Deporte

El oro entre ceja y ceja

A sus 17 años, su bronce en el Mundial juvenil ratifica a Arancha Royo como una de las jóvenes promesas del muay thai femenino español, aunque la zaragozana afirma que quiere más

Arancha Royo lanza un golpe con su puño derecho en su gimnasio, el Muay Thai Zaragoza.

Arancha Royo lanza un golpe con su puño derecho en su gimnasio, el Muay Thai Zaragoza. / Andreea Vornicu

David García Arlegui

David García Arlegui

Fue su padre quien le obligó a practicar un deporte de contacto que le sirviera para defenderse ante una posible agresión, pero el mérito es de Arancha Royo por haberse convertido en una de las peleadoras de muay thai más prometedoras de España tras solo tres años practicando este arte marcial. «Empecé haciendo MMA con 11 años, pero no era nada serio, sino más como hobby. Llevo haciendo muay thai tres años, dos y medio compitiendo», dice.

Ahora, Arancha está a punto de cumplir los 18 y subió el pasado mes de octubre al podio de la ciudad turca de Antalya para recoger la medalla de bronce en el Campeonato del Mundo juvenil de muay thai. «Me sentí muy contenta por el logro, pero también frustrada porque creía, y lo sigo haciendo, que podía haber dado más de mí», confiesa la peleadora zaragozana. «Este año, me conformo con esto, pero el que viene iré a por el oro», advierte la joven.

Eso sí, su hambre de oro no quita para que la aragonesa valore el camino que le ha llevado hasta el tercer lugar en el Mundial. «Si me lo dicen hace tres años, no me lo creo. Mi evolución mental, física, deportiva y fuera del deporte ha sido increíble. Me siento muy satisfecha, pero sé que me queda mucho por hacer. No he llegado ni a la mitad de lo que puedo conseguir», explica. «Acabo de empezar y soy una cría. Cuando sea mayor, otras cosas vendrán. Estoy despegando, ahora hay que llegar hasta el pico», indica, siempre sonriente.

Es, precisamente, su insaciable voluntad de crecer dentro de un mundo que define como «muy familiar» lo que le lleva a entrenar día a día con una meta muy clara: el oro mundial. «Mi sueño es ser campeona del mundo. Lo tengo en la cabeza, aunque ir al Mundial ya era un sueño cumplido para mí. Estaba como una niña con su piruleta. No llegué a asimilar que estaba ahí hasta que me fui», expone.

"Guardo el bronce en mi cuarto para verlo al levantarme y recordar que tengo que ir a por el oro"

La joven peleadora saca tiempo para sus estudios en segundo de bachiller y también para entrenar a un grupo de niños de su club, el Muay Thai Zaragoza. «Mi día a día compaginando deporte con estudios es muy agobiante. Intento planificar los días al dedillo. Voy a correr antes de ir a clase, entreno, doy clase a los niños... Es un caos», dice.

«Me pego toda la tarde en el gimnasio para después llegar a las diez a mi casa y ponerme a estudiar», afirma. «Mis padres me apoyan mucho. Mi madre me cocina y me organiza las dietas y mi padre va a correr conmigo cuando no quiero ir yo. En mi casa es todo muay thai», asegura entre risas.

Su carácter, disciplina, pasión y la ayuda de sus entrenadores y compañeros, a los que ahora considera también parte de su familia, le han permitido seguir adelante golpe a golpe. «El muay thai es mi vida. Me define. Soy Arancha muay thai. Mi vida es monotema», explica.

Sus deseos para el futuro pasan, vuelve a insistir, por el ansiado premio dorado. «En unos años, espero haber conseguido una o varias medallas de oro. Me quiero ver peleando como profesional en los campeonatos más top», asegura. «Tengo el oro entre ceja y ceja. Si te digo la verdad, la medalla de bronce está colgada en mi habitación para verla cuando me levanto y recordar que tengo que ir a por la de oro», sentencia.