Edgar Leonardo Montaño Sánchez no recuerda cómo, la mañana del 1 de diciembre del año pasado, persiguió a Pedro Manuel Cardo por la calle Escoriaza de Zaragoza y le asestó una puñalada por la espalda que le perforó un pulmón y acabó causando la muerte del joven de 34 años en apenas 15 minutos. Aún así, lamenta haberlo hecho.

Según explicó ayer ante los miembros del jurado que decidirán sobre su responsabilidad, en la Audiencia Provincial de Zaragoza, no recuerda nada hasta que despertó en el hospital, rodeado de policías, y pensó "que era un calabozo". Su abogado, Javier Notivoli, no discute el crimen sino las circunstancias.

Según la Fiscalía y la acusación particular, ejercida por el letrado Juan Carlos Macarrón, en nombre de la madre del fallecido, nada le exime de responsabilidad en el crimen, un homicidio con alevosía --por la espalda, sin posibilidad de defensa-- y sin que conste que fuese ebrio, ya que no se le practicaron test de alcoholemia hasta dos días después. Ninguno de los testigos, ni su mujer, habló de síntomas de borrachera al principio. Por ello piden para él 18 o 20 años de prisión.

Pero Montaño aseguró ayer que iba bebido, y mucho. Así lo corroboraron ayer sus amigos, que afirmaron que esa noche se bebieron aproximadamente una botella de güisqui por cabeza en una discoteca. Él se fue a casa andando, con intención de jugar al fútbol al día siguiente --la fiscala no daba crédito--, pero en el portal le abordaron dos personas con un cuchillo para atracarle.

El atraco "no está en cuestión", recordó ayer Notivoli --nadie le contradijo--, y tras él, con una uña arrancada, una herida en la cabeza y hematomas en el cuello, Montaño subió a casa y le dijo a su mujer que llamase a la Policía, mientras se arrancaba la camisa ensangrentada. Así lo corroboró ella y era hasta donde recordaba él.

Por declaraciones anteriores, y por los hechos consumados, entró a la cocina y cogió los dos cuchillos que luego le intervino la Policía. Salió a la calle, en camiseta de tirantes, en busca de sus asaltantes.

PERSECUCIÓN

Según narró el único testigo presencial del crimen --su mujer iba con él, pero no quiso mirar--, Montaño encontró a Cardo, que iba con una cazadora con capucha, y al parecer le confundió con uno de los atracadores y le gritó que le diera "algo" o "lo suyo". Pero el joven iba con cascos y no le oyó. Se acercó a él, le quitó un auricular y se lo repitió. Pero la víctima le dijo que no llevaba nada y reanudó su camino. Entonces, Montaño le apuñaló con un cuchillo de 25 centímetros de hoja.

El testigo le siguió, tras llamar a la Policía, y el acusado incluso se volvió hacia él para recriminárselo. La Policía le interceptó antes de llegar a su casa, con el cuchillo ensangrentado y un segundo aún en la mano.

El testigo aseguró ayer que nada indicaba que fuera borracho por la forma en que corría. Pero la mujer del acusado afirmó que sí lo estaba, pero que no dijo nada en un principio porque era "normal" que llegase ebrio.