Los llamados perros potencialmente peligrosos (PPP) tienen que vivir con esta etiqueta, que no les beneficia en absoluto. El estigma que se ha creado sobre ellos y sobre su agresividad dificulta, en muchos casos, que puedan vivir en un entorno familiar. Prueba de ellos es Shambalo, un perro «noble y bueno» que no es merecedor de la categoría que se le ha asignado por el hecho de ser un cruce de pitbull con dogo argentino.

Nació en el 2008 y lleva en el Centro Municipal de Protección Animal de Zaragoza (Cempa) desde el 2012. Vamos, lleva toda su vida correteando en la protectora y durmiendo entre las cuatro paredes de una jaula. Fue abandonado por su dueña porque se cambió de piso y en el nuevo, Shambalo, de buen tamaño, ya no cabía. Así que solo se le ocurrió abandonarlo.

A sus once años le han diagnosticado un cáncer y le han dado alrededor de un mes de vida, así que desde el Cempa están tratando de que, al menos, sus últimos días los pase en una casa de acogida «y pueda sentir el cariño de un hogar», explica la jefa de la unidad, Alicia Serrano, que asegura que de peligroso no tiene nada.

A Pity le pasa algo parecido. En su caso, esta pequeña pitbull presume de buena salud. En el 2013 llegó a la protectora con unos pocos meses y desde entonces el centro se ha convertido en su hogar porque, al parecer, no reúne los encantos necesarios para ser adoptada. Pese a llevar toda su vida en las mismas instalaciones, ser buena y dócil con las personas, no acaba de llevarse bien con otros perros, una manía que en una protectora es difícil de gestionar. En este caso, desde la protectora buscan familias que no tengan otras mascotas.

Otra de las longevas del centro es Mani, una rottweller de cara simpática y de buen tamaño que tiene seis años y siempre anda buscando una caricia. Pero si Mani destaca por algo es por silenciosa, y es que Mani no sabe ladrar.

En el 2019 sus dueños decidieron abandonarla porque contrajo leishmaniosis, un conjunto de enfermedades zoonóticas y antroponóticas causadas por protozoos del género Leishmania. Ahora está totalmente curada y no le queda rastro de sus consecuencias, como es la caída de pelo, principalmente en la zona de los ojos y la orejas.

Son solo tres canes que recibieron la categoría de perros potencialmente peligrosos y que están a la espera de que poder mudarse a un hogar. Para adoptarlos, además de poseer una licencia concreta, solo es necesario acercarse a las instalaciones del Cempa o contactar con ellos a través de su página web. La tasa de adopción es de 25 euros en el caso de la protectora de la capital aragonesa.