Arento vuelve a estar en la cuerda floja. Otra vez. Las dificultades financieras del mayor grupo cooperativo de Aragón y la fuga de algunos de sus socios están a punto de provocar una de las suspensiones de pagos de mayor impacto para la comunidad de los últimos años. Según ha podido saber este diario, el grupo baraja la posibilidad de solicitar un concurso de acreedores ante la imposibilidad de hacer frente a las obligaciones contraídas. Y todo ello, a pesar de las intensas reuniones mantenidas en los últimos días con sus acreedores -principalmente con la Caja Rural de Aragón (antes Bantierra)— para evitar este nefasto escenario.

La firma agroalimentaria, que cuenta con unos 35 socios (llegó a tener 80 hace apenas unos años), tiene un pasivo en su balance que ronda los 95 millones de euros, de los que 75 corresponden a deudas con las entidades financieras, 15 millones a pagos que se deben realizar a las cooperativas socias y otros 5 por obligaciones con terceros, confirmaron desde Arento. «El enfermo ha pasado de grave a crítico» porque la situación financiera se ha deteriorado de forma notable en los últimos años, apunta una fuente acreditada que prefiere mantener el anonimato.

El plan de reestructuración planteado hace algo más de dos años no ha permitido dar solución a su mayor problema: un elevado endeudamiento del grupo cooperativo, que se ha agravado con la salida del grupo de un varias cooperativas, tres de ellas con representación en el consejo rector.

«Estamos tratando de plantear un plan de reestructuración con Caja Rural de Aragón que llevaría aparejado un acuerdo con los acreedores», una fórmula que solo afectaría al área de cooperativa, pero no a las fábricas de sémolas y harinas que están funcionando muy bien, apuntaron desde el grupo cooperativo. La maniobra ya se intentó con anterioridad pero fracasó. «Buscamos una reestructuración del grupo con Caja Rural de Aragón todavía mayor que la que planteamos en el 2018, pero no ha sido posible», señalaron desde la compañía agroalimentaria.

Bantierra es el principal acreedor de Arento, con un volumen que ronda los 23 millones de euros ,una cantidad que se encuentra provisionada por la entidad.

LOS ANTECEDENTES

El grupo pactó en julio del 2018 una quita y una rebaja de tipos de interés con un total de 19 bancos. El importe de la operación rondó los 69 millones de euros e incluyó líneas de circulante. Arento había llegado hasta allí tras una mala gestión económica y un alto endeudamiento a corto plazo, que le obligaron a realizar una auditoría, aprobar una ampliación de capital de cuatro millones de euros por parte de los socios y solicitar un aval al Gobierno de Aragón por 14,4 millones, que finalmente se negó a conceder ante la situación de «inviabilidad» que se detectó entonces. El paso del tiempo, al menos, así lo ha evidenciado.

GOLPE PARA EL SECTOR

Hoy, la situación de Arento es «crítica». Tanto es así, que fuentes del sector cooperativo han apuntado a este diario que la posible suspensión de pagos puede ser un «golpe durísimo» para todo el sector del que «no será fácil recuperarse». Y eso es así porque muchas medianas y pequeñas cooperativas no van a tener músculo suficiente como para afrontar el futuro. Prácticamente todas ellas, que ya sufren de una u otra forma los problemas que arrastra Arento, son las que ya aportaron importantes cantidades económicas (en función de su tamaño) para contribuir a la viabilidad del grupo en el momento presentar su reestructuración.

«Los números son escandalosos», señalan fuentes del sector cooperativo, que temen que ya haya empezado el efecto dominó ante un previsible concurso de acreedores. De hecho, pronostican una oleada de impagos. Las coooperativas más castigadas se encuentran en la comarca de las Cinco Villas, con la de Sábada a la cabeza.

GOTEO DE BAJAS

«La deuda era insoportable» y las estructuras del grupo, «inviables» para salir de esta situación, apuntaron las mismas fuentes, que detallaron que la solvencia de Arento se ha agravado con el constante goteo de bajas por parte de sus socios. Cooperativas, en definitiva, que abandonaron el proyecto cuando se detectaron los problemas financieros que arrastraba.

El grupo sostiene las lagunas de la ley agroalimentaria que permite la salida de algunos socios, algo que no ocurre en la empresa privada. «Hemos tenido un problema societario básicamente», apuntan desde Arento.