Además de recibir una mala alimentación, el documento concluye que entre las familias en riesgo de exclusión social no existen pautas fijas para comer. Así, explican en el informe, los menores no se acostumbran a unos horarios para realizar las comidas diarias y tienen a comer a deshoras, omitiendo en su mayoría el desayuno, comida rápida, fuera de casa.