Ayer por la mañana, un estampido bronco y retumbante hizo temblar los cristales de mi estudio. Pero sólo era un avión rompiendo a lo lejos la barrera del sonido. Poco después, ETA anunciaba su tregua en Cataluña y Aznar inauguraba las obras del trasvase del Ebro. Ahí estaban las verdaderas bombas. Su explosión calculada nos ensordecerá por días y semanas durante esta campaña electoral, que se anuncia ya como la más extraña, confusa y peligrosa de las habidas en España desde 1977.

Está claro que ETA ha manejado desde el primer momento el asunto Carod Rovira. Fueron los terroristas quienes filtraron al CNI la entrevista de Perpiñán (y el CNI a Moncloa, Moncloa al ABC y de ahí a España entera). El incalificable líder de Esquerra ha actuado como una especie de hombre-bomba político, letal para el tripartito catalán y para las expectativas electorales del PSOE. ETA no quiere un gobierno catalán de nacionalistas y no nacionalistas, como no quiere que el PP pierda la mayoría absoluta y deba moderar su discurso ultraespañolista. ETA no mata porque no puede, pero sí puede llenar de mierda (ya que no de sangre) la vida institucional española. En ello está.

¿Y el PP? Bueno, es obvio que a los de Aznar&Rajoy toda esta jugada les viene al pelo. Machaquemos un poco más al Zapatitos , se animan risueños en calle Génova. Cayó antes de nacer el gobierno progresista que debía poner orden en la orgía urbanística de Madrid. Ahora se tambalea el govern de progreso catalán cuando apenas ha iniciado sus planes de choque sociales . Pero... ¿sirven para algo las elecciones?

Así, mientras España era un barullo, don José María, el presidentísimo, contento como nunca de ser quien es, ponía la primera piedra del trasvase del Ebro. Una obra de España, dijo. Y a cuenta de ETA, de Esquerra, de Carod... y del negocio inmobiliario en el Levante, hizo patria ninguneando altivo a aragoneses, catalanes y a quienes se atreven a discutir el PHN.

Sí, ayer fue un día explosivo.