La desventaja de las tarjetas de crédito es que al final hay que pagar lo que se gasta y que todo queda reflejado informáticamente. Un vecino del zaragozano barrio de Delicias ha sido víctima del espejismo del dinero de plástico, lo que le ha costado su detención por denuncia falsa.

El afectado aprovechó su estancia en la costa de Tarragona con su familia para despistarse una noche y acabar en un club de alterne. Ofuscado por el calor y generoso por su momento de gloria, se dedicó a pagar consumiciones a las señoritas que le rodeaban y acabó gastando una cantidad difícil de ocultar para su economía, 983 euros.

A su regreso a Zaragoza, el pasado sábado denunció en la comisaría que personas desconocidas habían utilizado el número de su tarjeta para extraer dinero sin que pudiera especificar el lugar donde se había sacado el dinero.

Al hallar contradicciones en su versión, los policías empezaron a preguntar para que aclarara datos, y, naturalmente, sí sabía dónde se habían realizado las extracciones. No será lo peor la pena que le pueda caer por delito de falsa denuncia, que no será elevada, sino las explicaciones que ahora tendrá que dar a su familia.

Algo similar le ha ocurrido estos días a una vecina del barrio Arrabal, que el pasado martes denunció que alguien había utilizado su tarjeta para sacar 130 euros de un cajero automático.

Dicen los expertos que para mentir hay que saber y que la Policía no es tonta. La versión de la denunciante no estaba muy elaborada y los agentes encontraron muchas lagunas para darle credibilidad. Finalmente, la mujer tuvo que atenerse a la verdad, bastante cruda para ella. Al parecer, había gastado el dinero en un bingo y no halló otra forma de justificarse que denunciar el falso robo.