En 1826 un sacerdote español llamado José María Salinas viajó a Filipinas como misionero; uno más de los curas del imperio español que poblaron buena parte del planeta durante siglos con el principal objetivo de evangelizar a los nativos de las colonias. Salinas se formó en el sacerdocio en Valladolid y fue destinado por sus superiores a la región filipina de Ilocos. En 1829 fue nombrado párroco de Aringay, un municipio de la isla de Luzón. Allí murió en 1834. Es decir, falleció solo unos meses después de Fernando VII, rey de España, por poner un ejemplo.

Hace algo más de tres meses, el 10 de julio del 2018, una joven estadounidense de 32 años, originaria de San Diego, se presentó a los manos de un espectacular Audi descapotable en el centro de la localidad zaragozana de Alforque con una cámara Nikon colgada al cuello. A los pocos minutos los vecinos ya se habían organizado para localizar a uno de ellos que supiera inglés y pudiera ejercer como traductor improvisado. Así, ella les explicó que se dedicaba a la música. En concreto, añadió, era violinista e integraba el equipo de músicos de ¡Beyoncé!. Al día siguiente actuaban en Barcelona y como tenía unas horas libres había decidido alquilar un coche en la ciudad condal y viajar hasta la esa zona de la ribera baja del Ebro.

Aunque parezca un sinsentido, estos dos breves apuntes temporales, separados por casi 200 años, están conectados en el tiempo. Ambos conforman un círculo que comenzó a trazarse cuando José María Salinas se embarcó rumbo a Filipinas y se cerró cuando una joven artista de California apareció por sorpresa una tarde de verano en uno de esos pequeños pueblos de Aragón en los que casi nada rompe la monotonía del día a día.

Obviamente, existe una explicación. José María Salinas era natural de Alforque y la joven violinista se llama Crystal Alforque. ¡Eureka! Su apellido coincide con el nombre de un pequeño pueblo aragonés y al descubrir en Google Maps que la gira de Beyoncé pasaría más o menos cerca (300 kilómetros no son nada para un macro gira de 48 conciertos por Europa y EEUU que comenzó el 4 de junio y terminó el 6 de octubre), planeó ir a conocer el territorio de origen de su apellido.

La pregunta ahora es por qué una violinista de San Diego se apellida así. La teoría que todo lo explicaría es la siguiente: los misioneros españoles tenía por costumbre bautizar a los nativos de los territorios colonizados poniéndoles como apellido topónimos españoles y, al parecer, el cura Salinas quiso extender con orgullo el nombre de su lugar de nacimiento usando Alforque para buena parte de los indígenas que bautizó. Crystal Alforque no es sino una pequeña rama de algún árbol genealógico que comenzó a crecer en las primeras décadas del siglo XIX al otro lado del mundo. Su padre es un músico filipino que emigró a California, donde se casó precisamente con una músico afroamericana. Ni Cristal ni su hermano menor, Camerahn, que también estudia música, han estado nunca en Filipinas. Sin embargo, ella sí tuvo la curiosidad de saber de dónde venía su apellido.

"Fue mi padre quien la trajo a casa. Yo acaba de llegar del campo y me estaba dando una ducha. Un rato antes me había cruzado con ella cerca del pueblo. La vi que estaba haciendo fotos por el campo cuando yo volvía con la cosechadora". Quien habla es Ricardo Esteruelas, el vecino en el que todos pensaron cuando se dieron cuenta de que necesitaban un intérprete y la persona que ha aportado los datos que jalonan este reportaje. Añadamos aquí que todos hubieran pensado en Ricardo de todas formas, no solo porque hable inglés. Si Alforque fuera una mesa, los Esteruelas serían una de sus patas.

"Una chica muy agradable -cuenta-. Pasó la tarde con nosotros, nos habló de su vida, de su carrera profesional... Resulta que antes de estar con Beyoncé también integró el equipo de Rihanna. Yo no sé mucho de estas grandes divas internacionales, pero por lo visto estamos hablando de palabras mayores". El relato de Ricardo Esteruelas no tiene fin: "Hubo muchos detalles que nos hicieron ver que era bastante religiosa, o eso pareció. Dijo que era soltera, nos habló de sus padres, hizo muchas fotos, vio el atardecer, bailó...". Perdón, ¿bailó? "Esa escena tardará en olvidarse en Alforque. Se hizo amiga de un chiquillo de diez u once años que estaba aquí de veraneo, un chico que parece nacido para bailar. Es tremendo cómo baila. No sé muy bien cómo, pero conectaron y los dos se marcaron unos bailes delante de todos que nos dejaron asombrados". ¿Y qué más? "Nada más. Al llegar la noche cogió el coche y se fue. Y ya está". El círculo quedaba cerrado.