Hace 25 años un grupo de norteamericanos destinados en la Base de Zaragoza decidió pasar una jornada de conviviencia junto al Ebro, cerca de Caspe. Muchos caspolinos acudieron también para vivir un día de hermanamiento. La fiesta se ha consolidado hasta el punto de que hoy acuden entre cuatro y cinco mil personas, en lo que supone, según José María Jarque, "en la fiesta laica más importante del Bajo Aragón".