Los numerosos proyectos con los que los políticos nos vienen bombardeando en los últimos años nos han creado una imagen de Zaragoza que parece de ciencia ficción. Puentes majestuosos, grandes edificios, parques futuristas, riberas humanizadas, espacios culturales... Y cuando la ciudadanía comienza a soñar con la nueva urbe, ¡zas! nos despiertan con que no hay ni un euro y que harán falta varios lustros para que la ciudad deje de ser virtual.