Esta semana celebrábamos en la sede de Zaragoza del Colegio de Ingenieros Industriales de Aragón y La Rioja una jornada sobre movilidad a la que acudieron, no sé a ciencia cierta, si a pie, en bici, en tranvía o en coche un total de 30 asistentes, el máximo permitido por las autoridades para evitar posibles contagios.

La jornada fue un éxito por la calidad de las ponencias y la importancia de las empresas y sus representantes. Nada más terminar me informaban que la habían seguido por streaming un total de 518 personas. Y eso me hizo reflexionar en eso que llaman nueva normalidad.

En tan solo unos meses, hemos logrado en todo el mundo que cientos de congresos, jornadas y eventos podamos seguirlos sin movernos de casa. Hemos logrado que lo que antes eran eventos para 100 personas se hayan convertido en oportunidades de formación, networking e, incluso, negocios para 1.000, 5.000, 10.000 o 100.000 personas. Podemos decir sin ambages que la pandemia ha limitado la movilidad en algunos sectores, quizás para mucho tiempo.

Si a principios de año alguien nos hubiera dicho que los avances en comercio electrónico y la digitalización para una movilidad eficiente experimentarían un avance de cinco años en solo tres meses, pensaríamos que estaba loco o que algún agente externo cubriría todo el planeta Tierra… Y así ha sucedido.

Por utilizar un símil muy conocido, en chino la palabra crisis se traduce como Wei-Ji; una palabra formada por dos caracteres: Wei, que significa peligro y Ji, que significa oportunidad. Y esa oportunidad es la que está dibujando ya un escenario urbano que tiene que darnos pistas sobre algunos aspectos relacionados con la movilidad y la distribución de mercancías en las ciudades.

La pandemia nos ha traído más «actores de reparto» en las ciudades. Actores que todos vemos y oímos cuando suena el timbre de nuestra casa. Con Amazon a la cabeza, la flota de pequeños vehículos de distribución ha conseguido que España se haya colocado en el segundo país detrás de la India, donde más ha crecido la compra electrónica en el mundo.

Cambio en los hábitos

El e-commerce está demostrando que la compra y la distribución pueden ir de la mano perfectamente a un solo click. Lo decía precisamente esta semana el vicepresidente del Centro de Innovación para la Logística y Transporte de Mercancías que intervenía (desde Madrid) en la jornada sobre Smart Mobility que se celebraba en Zaragoza: en tres meses hemos avanzado cinco años en la digitalización de la distribución de mercancías, por efecto de la pandemia.

Según datos del propio organismo nacional, en el 2023 esta modalidad de compra representará ya el 22% del total del comercio en España. Este cambio de tendencia implicará un necesario giro en los hábitos de movilidad de los españoles y una necesaria regulación para la vida de las ciudades ya que este auge del comercio electrónico, que ha aumentado su desarrollo con este nuevo contexto de movilidad reducida provocará escenarios que requerirán vehículos más sostenibles.

Ya en noviembre del año pasado, el Centro Español de Logística (CEL), cuyo vicepresidente también participó esta semana en la jornada de Zaragoza, advertía de un posible colapso de furgonetas y camiones en el centro de grandes ciudades como Madrid o Barcelona si no se cambiaba el modelo de distribución. CEL avanzaba en un estudio que las compras con entrega de paquete suponían ya el 30% del total de todas las transacciones por Internet en España, una cifra que duplicaba a las del 2015.ç

Zaragoza, pionera

En este contexto, el Colegio de Ingenieros Industriales de Aragón y La Rioja está trabajando en el seno de su Comisión de Logística, desde antes de que se decretara el estado de alarma por la pandemia, junto al Ayuntamiento de Zaragoza y la Dirección General de Tráfico en un grupo de trabajo pionero y piloto que pondrá a Zaragoza en la primera ciudad española en tener un marco operativo y legislativo del sector de la llamada distribución de última milla.

Tenemos previsto que antes de que acabe el año se presenten las conclusiones de los trabajos realizados, creando un marco operativo de lo que será la futura distribución urbana de mercancías en Zaragoza, convirtiendo a la capital del Ebro en un referente nacional de aplicación de técnicas innovadoras a la movilidad.

Este cambio de paradigma hacia un nuevo escenario trabaja en cuatro líneas muy definidas como son la necesidad de cambiar hacia una flota de vehículos más seguros y sostenible que permita mejorar la seguridad vial en la ciudad y las condiciones de trabajo de los repartidores. En este sentido, como bien se escuchó esta semana en Zaragoza, la implantación de vehículos de reparto eléctricos o de energías alternativas, los llamados VEAs, tienen una mejor adaptación en el terreno urbano que no en el transporte por carretera a corto plazo.

Otra de las líneas de este plan incide en la necesidad de crear una normativa que regule el modelo logístico, incluyendo almacenes intermedios y taquillas para paquetería en las ciudades como ya están llevando a cabo en algunas zonas de Estados Unidos, Amazon o DHL con el uso de drones en el reparto en edificios en azoteas. Además, una redistribución de las zonas de carga y descarga de forma óptima en la vía pública, de forma que las actuales y futuras ubicaciones se adapten a las necesidades reales de las empresas logísticas y de los horarios comerciales.

La última línea de actuación de este grupo que conformamos ayuntamiento, DGT y los ingenieros industriales abunda en la idea de la evaluación de los sistemas de gestión tecnológicamente más avanzados que permitan una utilización más eficiente de los espacios. Por ejemplo, la gestión de la reserva de espacios, evitando los aparcamientos en zonas donde no esté permitido, el uso indebido que se hace de las plazas reservadas o la posibilidad de controlar el acceso a zonas de acceso restringido.

A modo de conclusión, este futuro ecosistema urbano va requerir de menos actores de reparto y más actores principales que trabajen de manera colaborativa, sostenible, tecnológica y, por supuesto, de manera coordinada entre todos. La pandemia nos ha acelerado el proceso de cambio de paradigma en la movilidad y como me decía un buen amigo esta semana, hemos pasado del «qué hay que hacer» al «cómo hacerlo» sin previo aviso.