Una discusión entre niños en los exteriores de un restaurante en el que se celebraban dos comuniones acabó, un 30 de abril del 2017, en el hospital. A uno de los invitados le reventaron un vaso de cristal en el ojo cuando acudió a intermediar en el incidente. Ahora, un juez acaba de condenar a Antonio Ramón Baquedano como responsable de las lesiones que provocó.

El titular del Juzgado de lo Penal número 6 de Zaragoza, Eduardo Marquina, ha impuesto una condena de dos años y medio de prisión a este hombre como autor de un delito de lesiones con uso de instrumento peligroso agravadas por la alevosía con la que actuó. Tendrá que indemnizarle con 25.298,32 euros.

El magistrado considera como probado que sobre las 20.30 horas de aquel día, en los jardines del restaurante La Torre de Zaragoza, hubo un incidente entre varios menores pertenecientes a dos comuniones distintas.

Salieron los adultos para calmar la situación. En un momento dado, un hombre se puso a discutir con la esposa de la víctima hasta el punto de agarrarla de los brazos, lo que hizo que se presentara su marido para poner fin a la situación.

GOLPE SÚBITO

En ese momento, según el juez que ha dictado sentencia, apareció súbitamente y por la espalda el encausado quien, por tanto en su mano izquierda un vaso de cristal de culo grueso asestó sin mediar palabra un fuerte golpe con dicho objeto al otro hombre. Fue en el ojo izquierdo, con evidente propósito de las graves consecuencias que podría ocasionarle, y sin que el denunciante, su esposa o su hermana pudieran repeler dicho ataque. Como consecuencia de ello, la víctima, un agente perteneciente del Cuerpo Nacional de Policía, tuvo que estar de baja laboral más de 180 días, quedándole secuelas tanto en la visión como en la deformidad de la cara.

Para llegar a dicho fallo, el juez Marquina destaca las declaraciones de la esposa y hermana del agredido, ya que este hombre, que estuvo representado por el abogado Diego Lázaro, reconoció con sinceridad que no vio quién le golpeó. Considera que su versión de los hechos «por su coherencia, espontaneidad e incluso por la escenificación» que realizaron es «completamente creíble»:

Ambas relataron que el ambiente estaba tenso por un nimio incidente entre niños, sin que hubiera tumultos ni agresiones, de forma que mientras la víctima y su hermana hablaban con una señora para restar importancia al problema, la esposa del denunciante hacía la propio en otro lado. Es cuando aparece «disparado, como un miura» el acusado, que llevaba un vaso de cristal en la mano izquierda y que fue directo al agredido.

Resalta el magistrado que «poca discusión hay de que el encausado por su altura, su fuerte complexión y demás características físicas es dificil de confundir en cuanto a la identificación dada por los testigos.

Asimismo, rechaza que hubiera terceras personas implicadas en las brutales agresiones o que Antonio Ramón Baquedano actuara de dicha forma como respuesta a la agresión que recibió, tal y como explicó a la Policía cuando le tomaron declaración. Esta sentencia no es firme y puede ser recurrida.