Los vecinos de Alfredo N. no podían entender cómo le habían podido devolver su escopeta de caza, ya que la tuvo retirada hasta hace poco, después de que estuviera unos días ingresado en un centro psiquiátrico. El agresor era aficionado a la caza hace algunos años pero, desde que sufría depresiones no había vuelto a salir al campo, según un residente del mismo inmueble. La Policía Local, cuando acudió a su domicilio en la noche del miércoles, comprobó que tenía regularizado el permiso para disponer del arma. Los agentes no pudieron intervenirla al no mediar denuncia, pese a que la utilizó para amenazar a su hija y al novio de ésta. Horas después pudo ocurrir una tragedia por no hacerlo.