Si la climatología acompaña en los próximos meses, Aragón tendrá una buena cosecha de fruta. UAGA estimó ayer que las 38.385 hectáreas dedicadas a este cultivo en la comunidad producirán 692.200 toneladas, un 2% más que el año pasado. Como destacó ayer en rueda de prensa el corresponsable del sector frutícola de UAGA, Alberto Ortego, la subida prevista es algo engañosa porque la campaña «va a ser muy desigual» tanto en las diferentes variedades como en las zonas de producción.

Así, el incremento se deberá en exclusiva a la buena previsión de campaña de melocotón y nectarina, las frutas más implantadas en la comunidad. Ambas variedades registrarán una subida del 10% respecto al 2018 y sumarán entre las dos 510.000 toneladas. Por su parte, la cereza anotará una caída del 33% y hay comarcas de la provincia de Zaragoza en la que su descenso será del 50% a causa de las heladas. El albaricoque mantendrá su producción en torno a las 22.000 toneladas, mientras que la ciruela prevé una bajada del 30%, la manzana del 22% y la pera del 16%.

El aumento global de la cosecha se producirá a pesar de la situación «crítica» que se está registrando en la zona de Calatayud por las heladas. «Las bajas temperaturas de marzo y abril han dañado muchas explotaciones en estas comarcas», dijo Ortego, que lamentó que el problema se agravará en el valle del Manubles y el Jiloca porque acumulan «cuatro años seguidos muy malos».

UAGA lamentó que el albaricoque y la cereza en Caspe y el melocotón amarillo en el Bajo Aragón también se han visto afectados por las heladas. Ahora solo queda mirar al cielo para que el pedrisco no trastoque estas buenas previsiones de cosecha, como ocurrió la campaña pasada.

INQUIETUD CON LOS PRECIOS

Lo que también inquieta a los fruticultores es la evolución de los precios. «Si la tendencia no cambia, esta campaña será mala porque estas primeras semanas están por los suelos», lamentó Ortego. A este respecto, UAGA pidió crear una Interprofesional Española de Fruta de Hueso en la que estén representados todos los eslabones de la cadena para poder fijar unos precios mínimos que al menos cubran los costes de producción. «Mientras no cambie la posición dominante de la distribución será difícil», lamentaron desde UAGA.