El inspector José María Otín, jefe del grupo de Delitos Tecnológicos de la Jefatura Superior de Policía de Aragón, intervino ayer en el IV Congreso de la Abogacía Aragonesa en un panel dedicado a su especialidad.

-Esta semana la Guardia Civil desvelaba que los delitos tecnológicos Huesca crecieron un notable 25%, ¿se da también en el ámbito de la Policía Nacional?

-En la delincuencia tecnológica la estadística es poco clarificadora porque los delitos se computan conforme a su modalidad (estafa, acoso, etc.) más que por su medio de comisión. Dicho esto, este año los delitos contra el patrimonio por internet se mantienen en niveles parecidos a los del pasado. Donde se ha notado un aumento es en las denuncias de delitos contra las personas, sobre todo en menores. Pienso que se debe a una mayor concienciación y control de los padres sobre las conductas y dispositivos de sus hijos, pero también de los propios chicos, que son más conscientes de las conductas delictivas y dan aviso a sus padres.

-¿Esa concienciación se refleja en la prevención por parte de los usuarios?

-En general, no. La mayoría de los delitos en internet tienen éxito gracias a la debilidad de las medidas técnicas de protección adoptadas por los usuarios y a las conductas de riesgo, sin que esto quiera decir que sean los culpables. Es curioso que la mayor parte de las encuestas muestran altos niveles de concienciación y preocupación ante este tipo de delitos, y sin embargo se sigue navegando de forma insegura. En esto tiene mucho que ver el contexto psicológico que opera en el ciberespacio, como el efecto carnaval (la desinhibición, la sensación de anonimato que da actuar desde detrás de una pantalla) o el efecto masa, la falsa sensación de que hay tantos internautas que es difícil que nos toque ser víctimas. En realidad, en ciberseguridad hay un axioma: existen dos tipos de usuarios de internet, los que han sufrido algún ataque y los que lo van a sufrir.

-¿Además de los casos de delitos relacionados con menores, hay algún otro que preocupe por su aumento?

-A nivel general, los más comunes con diferencia son las estafas con tarjeta de crédito en compras por internet, en especial en mercados de segunda mano, y de alquileres vacacionales. Pero la incidencia depende mucho de las distintas campañas que las organizaciones criminales lanzan en momentos puntuales, utilizando redes de ordenadores infectados que multiplican la potencia de sus ataques. A nivel más doméstico, han aumentado las denuncias por ataques a centros educativos, desde la creación de cuentas en redes sociales que implican al centro y sus alumnos hasta las intrusiones en los sistemas informáticos. Muchas veces son llevados a cabo por los propios alumnos, sin conciencia de que pueden estar cometiendo un delito.

-¿Cómo se investiga desde un nivel regional un delito que puede cometerse desde cualquier parte del mundo?

-Las investigaciones a nivel internacional son complicadas fundamentalmente por la necesaria labor de coordinación entre distintas fuerzas policiales y de armonización entre los diferentes marcos jurídicos en los que estas operan. Para ello se creó Europol y el Centro Europeo de Ciberdelincuencia, más conocido como EC3, que está funcionando muy bien en grandes operaciones a nivel internacional de pornografía infantil, estafas o sextorsiones (chantajes con imágenes íntimas). Pero en general, los delitos que se cometen desde fuera de España son difíciles de esclarecer desde aquí, porque el ciberespacio y el delincuente no conocen fronteras, pero la Policía y la Justicia sí tiene normas jurisdiccionales. Así, es muy complicado investigar estafas cometidas desde China, África o Europa del Este, por cuanto la cooperación judicial es prácticamente inexistente, salvo en delitos muy graves.