La Policía de Zaragoza detuvo a un joven de 18 años, Israel M. L., y a tres menores como presuntos autores de los desordenes provocados al pasado lunes en la procesión de San Roque, celebrada junto a la parroquia de San Pablo. Los implicados fueron puestos a disposición judicial y de la Fiscalía de Menores, respectivamente.

Tal como informó este periódico, el suceso se registró a las nueve de la noche del pasado lunes. La cofradía de San Roque, en cumplimiento de una antigua tradición, había salido en procesión con la imagen del santo, cuando los asistentes se vieron rociados con una lluvia de perdigones.

A raíz de estos hechos, al menos siete personas resultaron con lesiones de pronóstico leve, hematomas en todos los casos, que requirieron asistencia médica. El suceso produjo una gran alarma social y la indignación de los vecinos del Casco Viejo que sufrieron el ataque mientras presenciaban el recorrido de la procesión.

Inicialmente, la Policía restó importancia al incidente y negó que se hubieran registrado heridos, así como que hubiera detenciones, atribuyendo los hechos a una "gamberrada" sin consecuencias.

RECTIFICACION Sin embargo, fuentes oficiales de la Jefatura Superior informaron ayer de la detención y puesta a disposición del juez y de la Fiscalía de Menores a los cuatro implicados, a los que se intervino el arma utilizada en la agresión, una pistola de gas del tipo 41/2 BB. Asimismo, se recuperaron en el lugar de los hechos varios de los perdigones utilizados.

Según un comunicado policial, los agresores utilizaron un punto dominante en la plaza de San Pablo para disparar contra los feligreses, que creyeron en un primer momento que se trataba de una agresión más grave. Hasta ahora se ha identificado a cuatro de los heridos y tanto el arma como los proyectiles han sido remitidos al juzgado que instruye las diligencias.

No es la primera vez que se producen incidentes de este tipo en Zaragoza, con la utilización a armas de gas o de aire comprimido para disparar contra los ciudadanos en plena calle. En la mayoría de las ocasiones, las lesiones que se producen no revisten gravedad, aunque no dejan de representar un gran peligro y generan inseguridad ciudadana.

El incidente registrado el lunes provocó que la procesión se detuviera ante el desconcierto general de los asistentes y, posteriormente, obligó a los cofrades que llevaban la imagen a acelerar la procesión y a llevar rápidamente el paso a la iglesia.

Fuentes vecinales del Casco Viejo, que informaron de que en la plaza de San Pablo se recogieron ocho de los proyectiles disparados, se lamentaron de estos hechos contribuyen a deteriorar aún más la imagen de un barrio muy tradicional, que en los últimos años se ha visto afectado por el tráfico de droga en sus calles y la instalación de grupos marginales en pisos deshabitados.