Gabriel G. B. admitió ayer ante la jueza que participó en el robo que sufrió, en marzo del año pasado, el colegio Santa María del Pilar de Zaragoza y su bar. Su participación fue descubierta a raíz de una huella dactilar hallada por la Policía Científica en el envoltorio de un paquete de donuts que abandonó dentro del centro. Pagará su culpa con una condena de un año de prisión, que no cumplirá a condición de que vaya abonando los daños y el valor de lo robado en el centro -en realidad, a las aseguradoras-, y que suman algo más de 3.500 euros.

El robo ocurrió durante la madrugada del 23 de marzo del año pasado. Parece claro que fueron varios ladrones -pero el condenado no ha delatado a cómplice alguno- quienes rompieron el alambre de espino de la parte trasera del centro, y fracturaron varias ventanas para acceder tanto al centro escolar como al bar de alumnos.

En este último sustrajeron mercancía por valor de algo más de 300 euros, entre ella el que acabaría siendo el donut delator. En el centro, el botín fue bastante mayor, entre otras cosas dos ordenadores de sobremesa, un móvil, material de encuadernación, una cizalla y una encuadernadora. Entre estos y los daños en las ventanas y la verja, los daños rondaron los 3.200 euros.

Tras la oportuna denuncia de los responsables del centro, la Policía Nacional analizó el escenario, y los agentes de la Científica terminaron por hallar la huella en un envoltorio abandonado en el lugar. Su comparación arrojó el resultado de Gabriel G. B., cuya huella constaba además por algún antecedente, ya antiguo, por robo.