La destitución de Nacho Escartín hace un año como secretario general de Podemos en Aragón fue un alivio para el afectado, según ha reflexionado en una carta abierta publicada esta semana en la que defiende su posición de liderazgo en el partido desde la independencia personal. «Fue como si me quitaran de sopetón una mochila de 200 kilos, una pesada carga con la que no me sentía a gusto y sin la cual lucho con más libertad y eficacia», ha escrito.

La salida de Escartín de la formación morada, partido en el que actualmente ejerce el cargo de portavoz en las Cortes de Aragón, se produjo de forma abrupta después de que el Consejo Coordinador Estatal impusiera por sorpresa y por orden de Pablo Iglesias una gestora de ocho personas en Aragón que dejó sin autoridad el consejo ciudadano que salió elegido en el 2017.

Escartín reconoce en su texto que en los dos años que estuvo al frente del partido se cometieron fallos que en su opinión no invalidan la labor que estaba realizando. «En Aragón vivimos las dificultades de hacer listas municipales, las tensiones internas y las luchas de poder en los espacios del cambio», manifiesta al considerar que a pesar del «mal resultado electoral» se pudo conformar un Gobierno de Aragón «alternativo al de las derechas».

Justicia poética

Escartín relata que sufrió «muy poco» con la purga (según el término que utiliza) y defiende que el liderazgo no lo da un cargo «sino una actitud ante la vida» que trata de rentabilizar con sus intervenciones en las Cortes. «Decidí volver a presentarme a las primarias de forma individual, por libre, sin formar parte de ninguna lista, y volví a ser elegido como independiente por las personas inscritas, para mí fue un pequeño gesto de justicia poética porque me dijeron que era la primera vez que alguien lograba ser elegido en Podemos de esta forma», destaca sobre su papel actual en la formación, notoriamente alejado de las posiciones de la actual secretaria general, Maru Díaz.

De cara a la labores de la formación morada, pide un periodo de «balance y autocrítica» para sentar las bases de una nueva etapa tras las imposiciones llegadas desde Madrid. «Nos hace falta recoger el sentido común de muchísima gente que espera mucho más de la política y de quienes asumen un rol público y a quienes hemos de exigir eficacia y esfuerzo, necesitamos referentes positivos, ejemplos sociales que animen a implicarnos y comprometernos», argumenta.

Destacando que no concibe la política como una profesión, asegura que está dispuesto a ejercer ese trabajo, aunque sin precisar desde que posición. «El futuro no está escrito y yo vivo el presente, así que vayamos paso a paso», argumenta.