Las estaciones invernales aragonesas han iniciado esta temporada de una forma inusual, con inquietud y con la mirada puesta en el cielo a la espera de que el oro blanco que otros años cubría sus pistas de un espeso manto no se retrasara para que los esquiadores pudieran regresar en masa.

Un inicio inusual que no afectó a la estación de Cerler-Aramón, cuya ubicación en la zona más oriental del Pirineo aragonés le permitió guarecerse del anticiclón que ha hecho de escudo a las grandes nevadas de otros años y al frío y que posibilitó que abriera sus puertas a finales del pasado mes de noviembre.

Pero esa incertidumbre inicial se ha convertido ya en un no disimulado optimismo ante las intensas nevadas que se vaticinan de cara a la próxima semana, que han hecho de la expresión "ya viene la nieve" una de las más oídas y repetidas en las estaciones invernales.

Sin embargo, esta situación no ha impedido que el resto de estaciones, las del Grupo Aramón (Formigal-Panticosa y las de Valdelinares y Javalambre, en las sierras de Teruel), así como las de Astún y Candanchú hayan satisfecho ya las ilusiones de miles de esquiadores.

Todas estas instalaciones consiguieron abrir sus puertas para las vacaciones de Navidad a excepción de Candanchú, que se retrasó hasta el pasado 11 de enero, y a pesar de la poca nieve caída, se pusieron a disposición de los aficionados, con un gran esfuerzo y el 'bombardeo' continuo con nieve artificial, pistas y kilómetros de nieve suficientes para disfrutar.

Aún así, los responsables de estas estaciones se muestran ilusionados antes de aclarar que lo verdaderamente "inusual" en años anteriores es que se pudieran abrir las instalaciones en el Puente de la Constitución, en los últimos días del otoño previos a la llegada del invierno.

Esta es la opinión del director gerente de las estaciones invernales del Grupo Aramón, Antonio Gericó, para quien es necesario "no dramatizar" y afrontar con optimismo, y nieve, el resto de la larga temporada invernal que resta hasta las vacaciones de Semana Santa, a finales de abril.

En declaraciones a Efe, Gericó asegura que en estos años anteriores han "robado varias semanas al otoño, aunque en realidad esto es una quimera".

Una quimera que en ocasiones beneficia a las estaciones del sur del país y a las más orientales, como este año, y que en otras, como ocurrió la anterior temporada, llenó de nieve las estaciones del Pirineo aragonés.

Lo cierto es, subraya el gerente de Aramón, que años atrás las estaciones solían abrir en Navidad, al igual que lo hacen, añade, muchas de las situadas en el centro de europa con gran tradición en el mundo del esquí.

El director de Astún, Andrés Pita, también se muestra optimista de cara al desarrollo de la temporada invernal, y aunque admite que les gustaría que hubiera más nieve, resalta al tiempo que "hay la suficiente para que la estación sea esquiable y la gente se vaya satisfecha".

Por eso, insiste en que es necesario abandonar el pesimismo, romper con la imagen negativa que se difunde y pensar que abrir las instalaciones en Navidad entra dentro de la normalidad.

"Nos habíamos acostumbrado a abrir a finales de otoño, en el puente de la Constitución, pero eso es más extraordinario que hacerlo en las vacaciones navideñas".

Ahora, Astún ofrece 18 kilómetros de nieve esquiable a sus clientes, a los que se suman otros 6 en la estación vecina de Candanchú, y lo que es mejor, confiesa Pita, "la semana que viene llega la nieve".

Esto hará posible que a lo largo de los tres próximos meses los valles del Pirineo aragonés de Tena, Aragón y Benasque se movilice una economía imprescindible para sus habitantes.

Y es que la nieve no se ve en estas zonas como una inclemencia meteorológica de la que hay que escapar, sino como un maná cargado de ilusiones y de esperanza de futuro, fuente de diversión y recreo para miles y miles de turistas y uno de los principales motores de las economías locales.

Lo cierto es que la industria de la nieve, según datos del Gobierno aragonés, constituye el 7 por ciento del PIB de la Comunidad, lo que la ha convertido en un sector estratégico para la economía de la región.

Por esta razón, tanto los responsables de las estaciones de esquí como los vecinos de los valles donde se asientan mueven sus ojos del cielo a las laderas de sus montañas a la espera de ver llegar, como cada año, el oro blanco.