La plantilla de Schindler se movilizará en protesta por los 119 despidos anunciados por el fabricante suizo de ascensores. El paso lo dio ayer el pleno del comité de empresa más de dos semanas después de que el grupo empresarial anunciase un expediente de regulación de empleo (ERE) para liquidar la producción de componentes en la planta zaragozana. Hace apenas tres días se celebró una convulsa asamblea de trabajadores, en la que una parte de la plantilla exigió movilizaciones, pero finalmente se descartaron por parte del comité. «No hemos convocado protestas hasta tener toda la información», dijo ayer su presidente, José Antonio Dieste.

Sea como fuere, la plantilla está llamada a realizar paros parciales (de media jornada) el 12 y 13 de febrero, que serán totales los días 19 y 20. Además, hay prevista una concentración en la plaza España de Zaragoza el próximo lunes 10, anunció Dieste tras la reunión que mantuvieron los representantes de los trabajadores con el consejero de Industria, Competitividad y Desarrollo Empresarial, Arturo Aliaga, en el Pignatelli.

Un encuentro del que tampoco se pudieron extraer muchas conclusiones, salvo que todo indica que la suerte está echada y que las pocas esperanzas que quedan para tratar de minimizar la pérdida de empleo están depositadas en la reunión que Aliaga mantendrá mañana con la dirección de la multinacional.

«Acabo de escuchar a los representantes de los trabajadores -indicó Aliaga- y ahora me falta la otra parte, la empresa», con quien solo ha mantenido un contacto, precisamente el día en que el grupo comunicó a la DGA su intención de aplicar el ajuste laboral y llevarse la actividad industrial desde la factoría de Zaragoza a Eslovaquia. En este segundo contacto «esperamos que reconsideren su decisión», apuntó el consejero, que añadió que «si hace falta ir a Suiza o donde sea iremos».

Pese a estos mensajes, tanto Aliaga como el comité son conocedores de las intenciones de Schindler, compañía ya ha dicho por activa y por pasiva que el cierre de la unidad industrial es «inamovible». La clausura supondrá no solo la pérdida de 119 empleos en la factoría sino también casi 300 más en toda la industrial auxiliar que trabaja para el grupo suizo, precisó Dieste. «Necesitamos todo el empuje necesario para evitar lo que parece inevitable: el cierre de una empresa con 75 años de historia en Zaragoza», apuntó el presidente del comité, que anunció que la cuarta reunión con la empresa, dentro del periodo de consultas para negociar el ERE, se celebrará hoy.

Entre los objetivos del comité figura que no se extinga toda la actividad industrial. «Es el corazón de la empresa. Si una empresa cierra su producción, lo demás son servicios auxiliares. Es importantísimo mantener la producción, aunque sea parcial. Es la fábrica la que desaparecerá de Zaragoza», aseguró Dieste.

ESFUERZOS DEL PASADO

El consejero de Industria quiso subrayar el «importante esfuerzo» que Aragón ha hecho desde que Schindler llegó a la comunidad, ya que el grupo «se ha beneficiado de actuaciones desarrolladas con presupuestos públicos», entre las que figuran las inversiones en investigación y las pruebas llevadas a cabo en el Instituto Tecnológico de Aragón (ahora Itainnova), entre otras.

La firma aplica el ajuste laboral por causas tecnológicas y productivas, ya que no arrastra pérdidas, mas bien al contrario. Entre el 2015 y el 2017 la compañía ganó 166 millones, según las cifras que figuran en la memoria del ERE a la que ha tenido acceso este diario. Por tanto, si nada lo remedia, el 31 de abril cesará la actividad en Schindler.