La Fiscalía Provincial de Zaragoza no tiene duda alguna de la correcta actuación de los agentes de la Policía Nacional que redujeron a tiros el pasado 22 de noviembre. Considera que estuvieron en peligro y que la actitud del sospechoso, Tahirou N., constituye un delito de atentado y otro de tenencia ilícita de armas. Por todo ello, solicita que sea castigado con 6 años de cárcel y que esta pena sea sustituida por la expulsión de España, donde reside en situación irregular. Actualmente está en prisión provisional.

El riesgo al que se enfrentaban los agentes lo señala el propio ministerio público a partir del informe pericial realizado en el arma de fuego corta intervenida al joven, de 31 años y natural de Mali. «Se trata de un revolver cromado sin cachas, capacitado para hacer fuego, portando en el momento del hecho cinco cartuchos en el tambor que llegaron a ser percutidos dos veces por el acusado cuando apuntó a los policías, sin que se dispararan los cartuchos al no ser idóneos para ser utilizados con dicha arma», relata en su escrito de acusación.

Una intervención policial que tuvo lugar sobre las 17.00 horas en la calle Cerezo, esquina con la calle San Pablo, de Zaragoza. Vio una patrulla de la Brigada de Seguridad Ciudadana de la Jefatura Superior de Policía de Aragón y aceleró el paso hasta que le interceptaron. Entonces, según la Fiscalía, uno de los agentes le preguntó si llevaba algún efecto entre sus pertenencias que le pudiese comprometer, a lo que contestó: «Que no, que llevaba algo peor»; sacando, en ese instante, con su mano derecha un revolver con el que apuntó a los policías.

La huida

Ante ello, estos retrocedieron inmediatamente adoptando una posición de seguridad, sacando sus pistolas reglamentarias y requiriendo al acusado reiteradamente para que les entregara el arma. Sin embargo, la acusación afirma que «lejos acatar la orden», salió con paso acelerado por la calle Cerezo hacia Boggiero, con el arma en la mano, en un momento en el que había una decena de personas, también menores.

Una circunstancia que les obligó a pedir refuerzos. Fueron detrás de él, donde hubo otro encontronazo tras pedirle de forma reiterada que tirase el arma. «Lejos de acatar las órdenes, apuntó a dicho agente en la cabeza con el revolver a una distancia de metro y medio mientras la manipulaba, rebasando la citada puerta y acercando más el revolver a la cabeza del policía, llegándolo a amartillar de manera que los policías se vieron obligados a abrir fuego contra él», asegura la Fiscalía.

Le abatieron tras practicar doce disparos. Uno de ellos le impactó en la pierna derecha tras lo cual cayó al suelo y pudo ser reducido y desarmado. Al preguntarle uno de los policías la razón de que no soltara la pistola, este le señaló «que estaba harto de todo y que quería que todo terminara». El acusado, defendido por la abogada Carmen Sánchez Herrero, acusado tiene denunciados a los agentes por lesiones