El Ayuntamiento de Fraga se ha comprometido a proteger un viejo molino del siglo XVI que se encuentra en la afueras del municipio con el objetivo de restaurarlo y darle un uso municipal. El pleno celebrado el pasado miércoles acordó dedicar una partida de 50.000 euros a garantizar su compra solo dos semanas después de que sus propietarios, el grupo Gargallo -que gestiona el hotel Casanova de la ciudad-, lo pusiera a la venta. El edificio originariamente se usó para fabricar harina, aunque en los años veinte se adaptó para albergar una turbina eléctrica.

La alcaldesa popular, Carmen Costa, defendió que la compra de este inmueble es «una oportunidad que el ayuntamiento no podía dejar pasar» y desde el equipo de Gobierno confiaron en que su restauración y puesta en marcha pueda ser llevada a cabo a través de una escuela-taller de restauración, de forma que se generen oportunidades de empleo. Aunque se baraja la instalación de un museo etnológico, el consistorio dijo estar abierto a la colaboración del tejido social para definir sus usos futuros.

La rápida decisión de comprar el molino medieval fue puesta en duda tanto por el PSOE como por Ciudadanos. El portavoz socialista, Ángel Sorolla, consideró que no se trata de una «cuestión urgente» al entender que las arcas municipales no pueden hacer frente al coste de adquirir todo el patrimonio. «Es necesario buscar otras fórmulas de protección, como catalogarlos como bien de interés local», afirmó. Por su parte el portavoz de Ciudadanos, Ramón Salamó, expuso que hay cuestiones más prioritarias como la rehabilitación del casco.

Por su parte, los portavoces de Podemos Equo, Carlos Cabós, y de Compromiso por Fraga, Ángel Cabrera, coincidieron en la necesidad de comprar patrimonio histórico local al no considerarlo incompatible con la rehabilitación de zonas degradadas.

La estructura conserva en su fachada un escudo de del siglo XVI. Las piedras usadas para moler el trigo se encuentran desperdigadas en los laterales de la construcción. Según figura en la documentación del 1771 el molino generalmente era arrendado por parte de sus propietarios eclesiásticos al mejor postor.

UNA BOMBILLA POR CASA

Desde mediados del siglo XIX la construcción, que se encuentra junto a una acequia en una zona de huertas al lado de la carretera que va de Fraga a Torrente, pasó por distintas familias de molineros. En los años veinte se adaptó para producir energía eléctrica y según el consistorio fragatino gracias a su labor se logró alumbrar la población con una bombilla por hogar. Finalmente fue comprado en una subasta en los años 70 por el propietario del hotel Casanova. Por cambios en las normas ya no se puede usar para sus funciones pasadas.