El resultado de las elecciones generales del 14 de marzo ha hecho que se trastoquen notablemente los discursos y las acciones de los diferentes partidos políticos, tras el cambio de color del Ejecutivo central. Es una de las características del fin de curso , que se ha visualizado sin ningún tipo de duda con los proyectos del AVE para integrar Teruel en la red nacional. PSOE, PP y PAR han cambiado de opinión. Ya no dicen ahora lo que mantenían hace cuatro meses.

Las relaciones entre el Gobierno aragonés del PSOE-PAR y el central del PP entre octubre del 2000 y marzo del 2004 han sido pésimas, a pesar de algunos intentos realizados desde diversos departamentos con sus respectivos ministerios. Desde la DGA se ha argumentado que la polémica del trasvase del Ebro ha enturbiado cualquier otro tipo de diálogo, excepción hecha de las negociaciones entre Fomento (Madrid) y Obras Públicas (Aragón), que han sido productivas.

VARIACIONES Ahora, con la llegada del socialista José Luis Rodríguez Zapatero a La Moncloa, las cosas han cambiado. Lógicamente, el PSOE-PAR ha abierto una nueva etapa de trabajo con el Ejecutivo central y el PP es ahora totalmente receloso con los nuevos gestores.

La evidencia más clara de esto se produjo hace poco más de una semana. El Ministerio de Fomento acababa de anunciar que no era posible llevar el AVE Madrid-Valencia por Teruel y que, sin embargo, metería a la provincia en el eje de alta velocidad Cantábrico-Mediterráneo. Y en las Cortes de Aragón, PSOE y PAR votaron en contra de una propuesta de CHA para que se luchara por el primero de estos proyectos, independientemente de que se apoyara el segundo. El PP votó a favor.

Lo curioso es que hace sólo unos meses los resultados hubieran sido completamente distintos. Actualmente, socialistas y aragonesistas quieren volcar sus esfuerzos en una obra que ven más factible, a pesar de que defendieron --incluso por la vía del recurso-- el paso del AVE de Madrid por Teruel. Y los populares aseguran ahora que esta obra es imprescindible, cuando ni la aceptaron ni la promovieron durante su paso por La Moncloa.

Los partidos tienen por delante otro reto, que demuestra que la polémica hidráulica tiene más caras que la lucha contra el trasvase: han de recuperar el acuerdo hidráulico interno, muy resquebrajado. El Instituto Aragonés del Agua ha creado varios grupos de trabajo para redefinir la política del agua y buscar los mayores puntos de encuentro. No va a resultar sencillo poner de acuerdo a los partidarios de los grandes embalses y a los detractores.

Teóricamente, la coincidencia de color político de la DGA y el Gobierno central debería servir para acelerar los muchos proyectos estatales pendientes. Pero también puede suceder lo contrario. Las servidumbres de partido tienen un precio.