Una reclusa de 22 años, Pilar G. Z., fue encontrada muerta en su celda de la prisión de Zuera en la mañana del pasado lunes. La mujer estaba con las manos esposadas por prescripción facultativa, según informaron fuentes penitenciarias.

El descubrimiento se efectuó al realizar el recuento de la mañana y se comunicó al juez de guardia de Zaragoza, que ordenó la práctica de la autopsia al cadáver, que no presentaba signos externos de violencia. Los servicios de inspección de la Dirección General de Instituciones Penitenciarias estuvieron ayer en el centro penitenciario para tramitar un expediente sobre los hechos.

La fallecida estaba interna en la cárcel de Zuera por presuntos delitos de robo con fuerza desde el pasado mes de octubre. Por estos hechos tenía dos condenas pendientes de recurso y una orden de prisión preventiva.

TRASTORNO Las fuentes penitenciarias consultadas explicaron que la joven ya había manifestado desde el principio de su estancia síntomas de trastorno de personalidad y de inadaptación al régimen penitenciario, "con una carácter agresivo y violento que le llevó a enfrentarse con otras presas y con las funcionarias de servicio. La interna no aceptaba los horarios de comidas del centro ni su turno para estar en el patio ni el de dormir". Estas reacciones se agudizaron a partir del pasado mes de abril.

Por este motivo, la joven estuvo internada durante diez días en la unidad de Psiquiatría del hospital Miguel Servet, sin que se detectara una patología concreta. No obstante la reclusa también fue visitada en el centro penitenciario por dos médicos psiquiatras, la última vez el pasado viernes.

En esta ocasión la interna presentaba un comportamiento airado y violento, por lo que el propio facultativo solicitó a la dirección de la cárcel la presencia de una funcionaria como medida de seguridad mientras duraba la consulta, en cuyo transcurso la joven agredió a la vigilante.

El psiquiatra prescribió que se aplicaran a la reclusa medidas de aislamiento y de "contención mecánica" (las esposas), tanto por seguridad de la afectada, para que no se autolesionase, como por la del resto del personal del centro.

Las fuentes penitenciarias consultadas señalaron que la prescripción facultativa era el origen de que la joven estuviese esposada. "Se habían intentado otras medidas con ella, como asignarle a otras presas de apoyo, pero también habían sufrido agresiones", añadieron.

Inicialmente, los forenses consideran que la muerte fue provocada por una parada cardio-respiratoria, pero se ha solicitado un análisis al Instituto de Toxicología para completar la autopsia.