La zona sureste de la provincia de Zaragoza es una tierra de olivos, de estepas, de esparto, de vastas llanuras que riega el Ebro, de meandros, mejanas, pantanos, de azudes y de acequias. Yacimiento arqueológicos, restos romanos, magníficas obras de arquitectura religiosa son una parte de los referentes artísticos del bajo Ebro. Entre ellos destacan las preciosas iglesias se diseminan por los promontorios de los pueblos como el antiguo templo de Quinto de Ebro y o el de San Martín en el abandonado Rodén (que visitaremos en entregas posteriores).

Majestuosa. Airosa. Imponente. Etérea. Adjetivos quizá contradictorios que sirven para definir la antigua iglesia de Quinto de Ebro, una de las mejor conservadas de todo el valle. Conocida y querida entre los vecinos, recibe el sobrenombre de El piquete, debido a su privilegiada situación.

Es un templo mudéjar que domina todo el territorio y posiblemente se levantara en el siglo XV, aunque es probable que en el mismo lugar antiguamente se encontrara alguna fortaleza o construcción defensiva. Según se puede leer en la guía Arte en la provincia de Zaragoza diseñada por la Diputación Provincial como aplicación para móviles, "es esencialmente de ladrillo aunque también se empleó la piedra en elementos destacados como el zócalo de la torre". En la actualidad, según explica la alcaldesa del municipio, Digna Bes, el templo se encuentra desacralizado y esperando las últimas fases de la restauración. "En estos momentos no tiene uso porque su interior necesita una aclimatación para ser visitable, ya que el suelo se levantó para comenzar los trabajos de restauración pero se tuvieron que detener cuando aparecieron una serie de cuerpos momificados y restos arqueológicos que han causado un gran revuelo entre los investigadores por su buen estado de conservación", reconoce.

Su origen defensivo, olvidado durante siglos, volvió a quedar patente durante la guerra civil. El frente del Ebro desplegó en sus alrededores toda su virulencia. Fueron los meses más duros de la contienda. El templo, al situarse en un alto, sufrió la destrucción total de la torre. Finalizada la guerra se dejó sin reconstruir, igual que sucedió con Belchite. Pasado el franquismo se cambió de idea aunque su interior sigue prácticamente como cuando los milicianos lo abandonaron derrotados.

Referentes

En la actualidad, para su visita turística es necesario solicitar las llaves en la alcaldía. El recorrido por el templo impresiona. El suelo está completamente excavado y las columnas y paredes tienen agujeros, desconchones y roturas que desconciertan al visitante. Los ecos y las sombras forman parte del recorrido. "Los visitantes suelen salir entusiasmados: el interior está muy estropeado pero mantiene toda su belleza", reconoce Bes.

Pero la antigua iglesia de Santa Ana no es el único monumento digno de mención en el municipio. En Quinto también se han conservado los portales (San Miguel, San Antón y San Roque) que daban acceso a la parte antigua. Además, se han restaurado siguiendo la memoria del lugar, lo que los convierte en un referente para este tipo de intervenciones. "Se reconstruyeron gracias a una subvención y forman parte de la esencia del municipio", indica la alcaldesa. En el aspecto natural las riberas del río Ebro son cita obligada para los muchos pescadores que acuden al pueblo.

El turismo en Quinto se ha visto favorecido por su condición de capital comarcal, aunque todavía es necesario hacer un trabajo de difusión para que joyas arquitectónicas como El Piquete sean más conocidas. Como anécdota, la alcaldesa señala que hace unas semanas acudió al pueblo un equipo de Cuarto milenio. Estaban interesados en la fortaleza religiosa, que para muchos es un lugar desconocido. "Quizá no lo sería tanto si su historia fuera más divulgada", precisa.