¿Quién no ha soñado alguna vez con ser médico, profesora, policía, astronauta ? ¿Quién no ha pensado en el futuro dejándose llevar por la ilusión de un niño? Los del 2002, aquellos que cerraban su etapa escolar en el año 2020, año perfecto.

Se presentaba el peor curso de nuestras vidas, 2º de bachillerato. Habíamos oído hablar de este último año pero hasta que no lo vivimos no supimos realmente lo que era. Nuestra graduación, nuestro cierre de la etapa escolar. Teníamos la incertidumbre, el miedo y a la vez la ilusión, estábamos a un paso de ser universitarios, de cumplir nuestros sueños y de llegar a ser lo que desde pequeños habíamos soñado.

Yo como superviviente puedo decir que ya está se acabó. Se podría decir que ha sido el año más duro, más denso, más difícil y más largo. Eterno sería la palabra que lo definiría. Septiembre, clases presenciales, horario duro, buscar horas donde no las teníamos para estudiar.

En marzo nuestra vida (y la de todos) da un giro de 180 grados, toca adaptarnos pero seguir con el ritmo. Mucho cansancio, no físico pero sí mental. Los mismos metros cuadrados para estudiar, hacer deberes, dormir, hacer videollamadas con nuestros amigos, ver la tele, leer, escuchar música. Unos meses que no acaban, en los que no divisábamos ninguna meta ya que las fechas para la EVAU eran aún una incógnita.

Era fácil decirlo pero nada nos podía liberar de lo más duro de este año. 7,8 y 9 de julio, los tres peores días de nuestras vidas. Los más de 7.000 alumnos de Aragón, al igual que los de toda España, competíamos en una carrera de fondo intentando demostrar nuestras capacidades en tres días de julio después de llevar más de 9 meses de estudio intenso… Estos días definirían nuestro futuro.

Yo, alumna de 2º de bachillerato de Aragón quería hacer llegar mi mensaje a todos aquellos que se sientan identificados conmigo. A mitad de marzo las normas cambiaron, veíamos como se iban tomando distintas decisiones sobre educación. Con mis 18 años sé que no somos el centro del universo, que hay problemas mucho más importantes, y que España, en concreto Aragón, ha vivido y está viviendo un mal momento. Pero nosotros los jóvenes tenemos que reivindicar lo que es justo. Sentimos que no tenemos voz, que nadie nos representa y que nadie lucha por nuestras necesidades, y por suerte o desgracia somos el futuro.

Cada comunidad decide una fecha para realizar esta prueba, Aragón se puede considerar una de las más exigentes. Es por esto que las pruebas tuvieron el nivel mínimo para estar bien formado y poder acceder a un grado universitario. Pero, ¿de qué sirve que los alumnos de Aragón tengamos que luchar por superar estas exigentes pruebas si luego toda España se encuentra en las mismas condiciones para competir por las plazas en Aragón?

No sirve de nada que tengamos que llegar a un nivel mínimo para entrar en ellas, si en definitiva vamos a competir contra los estudiantes de otras comunidades autónomas que quieren estudiar en nuestra provincia. Algunos de los aragoneses luchamos por quedarnos en nuestra ciudad, por estudiar en nuestra tierra, seguir con nuestras familias, con nuestras vidas, comenzar una nueva etapa en nuestro querido Aragón.

Este año ha sido extremadamente duro conseguir plaza en la Universidad de Zaragoza, ya que estudiantes de otras comunidades con otro nivel de prueba han entrado por delante de nosotros. ¿De qué sirve tener distintos niveles si luego todos competimos en la misma liga?

A esto me refiero, tenemos que luchar por lo que es justo. Una misma EVAU para toda España o tener preferencia en nuestra comunidad. Muchos nos hemos quedado a las puertas de entrar en nuestra soñada carrera pasando a ser un simple número en unas listas de espera interminables. Esto no es algo nuevo de este 2020, sino que este formato lleva vigente desde el primer año que se implantaron unas pruebas de este tipo. ¿No es hora de cambiar el sistema, luchando por nuestros sueños contra lo que no es justo?

Este ha sido el cierre de mi etapa escolar, 15 años de mi vida que comenzaron con una bata a rayas a los tres años, con la ilusión de aprender y de cumplir mis sueños. Y que han terminado con casi 10 meses eternos, duros, que concluyen en la decepción de tener que aceptar que los estudiantes de otras comunidades en circunstancias desiguales ocupan nuestros puestos. Nos impiden cumplir nuestros sueños limitándonos a adaptarnos a otras vías para estudiar en Aragón. Después de un fin de etapa diferente e irrepetible, nos merecemos algo más.

Somos el futuro, y si nosotros no luchamos por cumplir nuestros sueños, ¿quién lo hará?