"En Zaragoza hay una inseguridad terrible. En el paseo de Independencia siempre hay policías para poner multas, pero no para proteger a los ciudadanos", señala Carmen Moreno, propietaria de la joyería Baena. El establecimiento ha sufrido tres atracos en un año, el más salvaje el pasado lunes, cuando su hijo José Ignacio fue repetidamente golpeado por los delincuentes.

"Lo preocupante es que intuimos que íbamos a ser asaltados. Los atracadores entraron por la mañana en la joyería y cuando intenté atenderles se marcharon. Avisamos a la Policía y le comunicamos nuestras sospechas. Sabíamos que esa misma tarde o, a más tardar, al día siguiente, iban a volver, pero no consideraron oportuno poner vigilancia ni tomar ninguna otra medida", explica José Ignacio, cuyo rostro muestra los estragos causados por los delincuentes.

Aunque la Policía sospecha que se trata de un banda rumana, ninguno de los asaltantes pronunció una palabra que le delatara por el acento. El joyero cree también que son delincuentes de países del Este.

No hubo detenidos, los ladrones huyeron antes de que llegara la Policía. "Pulsé la alarma antiatraco, conectada directamente con la Jefatura Superior de Policía, pero los agentes tardaron diez minutos en llegar, como en los otros atracos. Además, dijeron que estaban en la plaza de España. No puedo entender cómo pueden tardar tanto desde allí", añade José Ignacio.

La joyería Baena tiene una tradición de 104 años en la capital aragonesa y sus dueños nunca habían sido testigos de una oleada de asaltos como ésta. Carmen no puede contener su indignación: "Ya no sabemos a quién acudir. La protección de la Policía a los ciudadanos deja mucho que desear. Los políticos quieren hacer ver que la ciudad es perfecta para la Expo del 2008, pero hay que hablar también de los bajos niveles de seguridad y de lo poco que se hace por atajar esto".

El anterior atraco se registró el pasado 29 de abril, cuando una banda irrumpió en los porches del paseo sobre motos y huyeron tras apoderarse de un cuantioso botín. Desde entonces, este mismo procedimiento se ha empleado para asaltar una docena de joyerías en distintos puntos del país, principalmente en Cataluña, sin que se les haya podido echar el guante .

José Ignacio, que presenta 15 puntos de sutura en la cabeza, aún agradece que pueda contarlo tras el asalto. "Me golpearon con una barra de hierro en la cabeza, me rompieron las gafas y me volvieron a atacar con un cenicero de mármol. Si el golpe hubiera sido en la sien me deja tieso y no estaríamos hablando ahora. Los delincuentes también atacaron e hirieron a un cliente, al tiempo que rompían las vitrinas y los cristales de los escaparates para apoderarse de las piezas expuestas", recuerda el joyero, al tiempo que reconoce que no puede evitar tener miedo.

Su profesión ha alcanzado unos niveles de riesgo que creía impensables hace algunos años. En otro atraco anterior, los delincuentes le rociaron con un spray los ojos y tardó dos meses en curar las lesiones.

El establecimiento tenía ayer las persianas echadas, aunque sus propietarios se encontraban en el interior. Todavía no habían evaluado las piezas robadas y estaban a la espera de que se instalasen nuevas lunas de seguridad.

Carmen no puede ocultar su disgusto: "La Policía nos dice que se trata de mafias llegadas del Este, pero no vemos que se esté haciendo nada. Ya llevamos tres atracos violentos en poco tiempo y hemos llegado a pensar que puede tratarse de una venganza, pero no parece lógico. Los joyeros vamos a tener que unirnos para exigir más seguridad a las autoridades. Los ciudadanos tiene que conocer la situación en que nos encontramos", explica.