La Unidad Militar de Emergencias (UME) ha sido desplegada en las zonas más afectadas por la borrasca Filomena en Aragón, el Maestrazgo y el Campo de Daroca, con un total de 210 efectivos que despejan carreteras, pistas y calles en localidades que, de no ser por su intervención, estarían prácticamente incomunicadas. El comandante Luis Martínez, responsable de prensa del 4º Batallón de la UME, con base en Zaragoza, está destacado en la zona de Daroca.

¿Cómo está la situación en el Campo de Daroca?

Hasta ayer nos centramos sobre todo en carreteras, entre ellas la vía N-330, y ahora no estamos volcando en las pequeñas pedanías que hay cerca de Daroca. Hay que tener en cuenta que las vías de acceso han sido limpiadas pero que dentro de los núcleos estaba todo prácticamente sin tocar. Así ha sucedido, por ejemplo, en Langa del Castillo, en Torralbilla, en Badules y en Fuembuena.

¿Cuál es el problema que encuentran en esos núcleos?

En algunos de estos pueblos viven pocas personas y muy mayores que poco han podido hacer frente a la nieve. En Torralbilla tenían medio metro de nieve acumulada en las calles secundarias, con espesores de hasta 30 centímetros delante de las puertas. Los vecinos, al llegar la UME, se asomaban a las ventanas y a los balcones... El año pasado les pasó algo parecido, pero el deshielo fue rápido e hizo parte de la faena. Ahora, en cambio, es mucho más problemático salir de las viviendas.

¿Dónde han tenido que hacer un mayor esfuerzo los miembros de la UME?

Ha habido que tirar de pala, pues las máquinas llega un momento en que no pueden acceder a determinados sitios. Por otro lado, ha habido que trabajar de noche, por zonas con mucho espesor, lo que incrementan el esfuerzo de los conductores. La tarea resulta más complicada técnicamente. Y ha sido así tanto en Daroca como en el Maestrazgo.

Eso significa que trabajan las 24 horas del día.

Sí, efectivamente. Si vemos que el trabajo va a rendir de noche, seguimos adelante, con relevos cada doce horas, de forma que los dos turnos puedan descansar.

¿Cómo está reaccionando la población?

Se nota el agradecimiento de los vecinos. Ya de por sí, el pueblo aragonés es agradecido, y en esta circunstancia esa característica aún se ha hecho más patente. En Daroca mismo, la gente veía a los miembros de la UME activarse en las calles y les ofrecía café y cosas para comer y mostraba su alegría de vernos por ahí. Los vecinos lo agradecen y nosotros también. Esas muestras de afecto y de cariño nos llegan y nos animan más si cabe.

¿Lleva mucho tiempo vinculado a la UME, prestando servicio en la unidad?

En la UME llevo destinado desde el año 2007, desde prácticamente los inicios de la unidad.

En ese tiempo, ¿cuál ha sido la misión más difícil en la que ha tomado parte?

En general, dentro de las misiones que se atribuyen a la UME, las más arriesgadas son las relacionadas con los incendios forestales, sobre todo cuando hay problemas para controlarlos. También fueron muy graves las inundaciones del Ebro, en particular las del 2015 y las del 2018, que yo recuerde. En esas ocasiones, los rescatadores afrontan un gran peligro cuando se lanzan en una pequeña barca al cauce y no se sabe muy bien cómo va a reaccionar la embarcación en un río desbordado. Luego, otro riesgo es la conducción. El transporte de más de 200 militares, por carreteras nevadas y heladas, requiere una gran cantidad de vehículos, en torno a 80, desde turismos a todoterrenos, camiones articulados, góndolas... A Daroca, por ejemplo, se han desplazado cinco quitanieves, lo que da una idea del despliegue.

«En algunos de los pueblos vive gente mayor que no podía hacer frente ella sola a la nieve»