POR

ADRIANA OLIVEROS

Hormiguitas de colores, barrenderos de 70 centímetros, corazones con piernas y pequeñas salseras con más desparpajo que arte. De todo eso hubo en el XX Festival Los niños por los niños de Fraternidad sin Fronteras, que logró llenazo en el Teatro de Jesuítas, en Zaragoza, en una tarde hecha para esos locos bajitos a los que cantaba Serrat. 200 alumnos de 1 a 4 años de los centros infantiles Colorines, Heidi y Nuestra Señora de los Dolores y del colegio La Salle Montemolín se unieron al evento con emoción, nervios y algún caso de miedo escénico. María Jesús Melguizo, presidenta de Fraternidad sin Fronteras, fue quien se encargó, acompañada de las hormiguitas Marcos Vivas, Izarbe Fernández y Lucía Pinilla, de un año, de abrir la cita, que tuvo un especial recuerdo para la hermana Julita Aller, alma mater del festival. Mientras, entre bambalinas, miembros de la organización, como Mariano Sancho y profesoras se afanaban en atusar lazos y ordenar el tráfico infantil. Laura Ausina, Bea Fondevila, Susana García y Rebeca Alloza, de Colorines, no daban abasto con los bichitos y sus antenas. Laura Vicente y Marisa Alonso corrían tras sus traviesas campanas. También echaron el resto la profe Belén Pardo, de la Salle y las hermanas Olvido Pérez y María Mielto, que inauguraron el escenario con la canción de los oficios de Teresa Rabal y una coreografía de libre interpretación. Pero fuera como fuera, el público estuvo entregado, incluida la directora general de Familia, Blanca Blasco, que acudió como madre de actuante. La recaudación fue la bomba y se destinará a los niños de las zonas más pobres. Los miniartistas estuvieron encantados con sus galas. ¿Quién da más?