Luis Marco Sus, de 53 años, sacerdote pasionista, párroco de Santa Gema en el barrio de Casablanca y consiliario de la cofradía de la Exaltación de la Santa Cruz será el encargado de proclamar el Pregón de la Semana Santa en la plaza del Pilar de Zaragoza, hoy a las ocho de la tarde.

-¿Qué significa para usted que le hayan designado como pregonero de este año?

-Fue una sorpresa, sobre todo después de examinar la lista de personalidades que anteriormente lo han hecho. Estoy muy agradecido de que se hayan acordado de mí. Soy de Zaragoza, me gusta la Semana Santa y me hace mucha ilusión pues valoro el mundo de las cofradías.

-¿Cuál es su percepción más personal?

-Yo creo que me han elegido porque soy pasionista, ese es el motivo, no por lo que yo pueda representar como persona, sino por mi congregación que además este año cumple el 150 aniversario de la canonización de su fundador, San Pablo de la Cruz. Y por qué nuestra palabra es la palabra de la Pasión de Jesús. Además, desde nuestra congregación siempre hemos alentado, cuidado y animado a la cofradía de la Exaltación en Zaragoza.

-¿Qué podría destacar de su Pregón de esta tarde?

-El mensaje es Jesucristo, que siempre es el protagonista de la Semana Santa. Hablaré sobre la novedad de Cristo para el hombre de hoy y para la gente joven. También procuraré hacer memoria y recordar lo que es la Semana Santa en Zaragoza, que tiene muchos atractivos.

-Pero allí habrá también muchos turistas, gente agnóstica e incluso ateos. ¿No es un discurso muy cerrado?

-El discurso es abierto por que el mensaje de Jesús es para toda la humanidad. Él murió por todos y para todos, nadie queda excluido. Por lo tanto es abierto y universal. El mensaje de Jesús es la fraternidad y el amor, la justicia y la paz, así que es para todos y no excluye a nadie.

-¿Se siente nervioso?

-Pues no, especialmente. Ni preocupado tampoco. Lo haré lo mejor que pueda. Es un público que acude a la plaza del Pilar a apoyar la Semana Santa y lo que significa culturalmente. Y también el tambor, claro.

-Por cierto, ¿toca usted el tambor?

-No. Aunque no me importaría todavía no he aprendido. Aquí en la parroquia tocamos incluso la batería en las misas del domingo.

-Una cofradía es algo más que tocar el tambor, ¿no?

-Es un grupo vivo y permanente que se reúne durante todo el año para organizar encuentros de formación y actos sociales, no solo para organizar la Semana Santa. Aunque eso sea lo más visible y el acto central. Son hombres y mujeres, fundamentalmente jóvenes, ya que en esta cofradía hay principalmente chicos y chicas y, aunque la atracción principal es el tambor y aprender a tocarlo, todos saben que es para acompañar a Cristo en la salida procesional de la Semana Santa.

-Es que parece que en general se vive al margen de la Iglesia cada vez más pero en Semana Santa el tambor y las procesiones atraen multitudes. ¿Pesa más la tradición que la Fe?

-Es cierto que actualmente hay menos práctica religiosa en la sociedad, pero todo hombre y mujer necesita una búsqueda; unos lo encontramos en Dios. La peculiaridad de la Semana Santa en Aragón tiene como atractivo el tambor, pero todos los que llegan a la hermandad y se hacen cofrades son cristianos. ¿Practicantes más o menos? Pues quizás el tambor y la cofradía también puedan ser el medio para conocer más a Jesús, acercarse y conocer mejor a la Iglesia.

-¿Pero es necesaria una catequesis para todos los cofrades?

-Solamente se les pide que estén bautizados. Hay catequesis que se les ofrece pero no es requisito. Aunque si vienen por el tambor o porque les gusta el hábito de la cofradía, pueden conocer también los valores de nuestra fe y del evangelio, que son los valores humanos. El tambor es una actividad sana, bonita y puede ser un buen medio de catequesis.

-¿Cuántos cofrades están?

-Unos 300, entre hermanos y hermanas.

-¿Y cuál es su función como consiliario de la cofradía?

-El nombramiento es diocesano, y mi trabajo es ayudar a los hermanos y hermanas cofrades a vivir la espiritualidad, a recordar que somos cristianos antes que cofrades. Y asisto a las reuniones de la junta de gobierno como uno más, con voz pero sin voto.

-¿A qué edad se ordenó usted sacerdote?

-En 1990, a los 27 años. Estudié en el seminario del Centro de estudios Teológicos de Aragón, en Zaragoza, que depende de la Universidad Pontificia de Salamanca.

-¿Qué opinión le merecen los movimientos antieclesiásticos que inundan las calles?

-Respeto, absoluto. Creo que todos convivimos en el mismo espacio, no solo en Zaragoza sino en el mundo, que es nuestra casa común. Y merecemos un respeto por ser hombres y mujeres y también en las creencias.