Más de un millar de tractores, hasta 1.500, según los organizadores, han llegado desde todos los puntos de Aragón para tomar las calles del centro de Zaragoza, en una marcha «histórica», siquiera por número de convocados, con unas 4.000 personas. La reivindicación de su supervivencia como sector se ha unido a las de precios dignos para sus productos y una reforma de la PAC favorable a las explotaciones familiares. Y lo ha hecho un día antes de que los sindicatos mantengan una reunión con el ministro Luis Planas para comenzar los grupos de trabajo que prometió el ministerio.

La marcha, primero en vehículo agrícola, después a pie por el centro de la ciudad, ha mantenido el tráfico prácticamente paralizado durante la mañana y parte de la tarde, y ha hecho visible (y audible, con megáfonos y cencerros) su demanda.

La concentración de los vehículos agrícolas ha comenzado en el Párking Sur de la Expo de Zaragoza. Allí se han dado cita desde las nueve de la mañana los tractores que recorrieron el paseo María Agustín y el paseo de Independencia, vías por las que han quedado aparcados hasta pasadas las 17.00 horas. La marcha se ha desviado también líneas de bus y cortó el tranvía. «Mi abuelo vendía la cosecha más cara que yo», rezaba una de las pancartas que exhibían. «Productores Activos Cotizantes», rebautizaba otra la PAC (Política Agraria Común), en perfecta síntesis de una de sus peticiones.

Los cuatro sindicatos agrarios convocantes (UAGA, Asaja, UPA y ARAGA) y la agrupación de cooperativas han querido llevar sus voces hasta las principales instituciones que tienen poder para arreglar, o al menos paliar, la situación: el Departamento de Agricultura del Gobierno de Aragón, en la plaza San Pedro Nolasco, y la Delegación de Gobierno, como representante del ministerio, en la plaza del Pilar. Sin olvidar la parada en el Pignatelli y con la vista puesta en Bruselas, que como recordaba alguno, es donde realmente se lucha la PAC.

«Si el campo no produce la ciudad no come», han llevado los agricultores por las calles del centro. Lo han hecho en un ambiente festivo, con solo dos pequeños momentos de tensión ante las sedes administrativas, con gritos de «vamos adentro». Ambas se solventaron enseguida, de la mano de la Policía y de los propios representantes sindicales, a los que el consejero Joaquín Olona ha bajado a saludar.

Las reivindicaciones de todos ellos son básicamente coincidentes, con sus matices, y así lo han dejado claro los dirigentes de los sindicatos momentos antes de que se leyese el manifiesto en la plaza Aragón, que ha precedido a la marcha a pie, a cargo del periodista Chema Paraled, del programa Tempero de Aragón TV. Un discurso que ha ratificado, entre vítores, que Zaragoza marca un camino para que los «agricultores al límite» dejen de ser la «España vacía» para conformar «la España llena de vida». Un discurso seguido también por políticos de variado signo.

José María Alcubierre, secretario general de UAGA, expone que la reforma de la ley de la cadena de valor que propone el Gobierno es «claramente insuficiente», porque «sigue dejando indefenso al agricultor», y ha criticado que el ministerio «siga con los mismos negociadores que hace siete años» para la PAC, que se mantuvo con los derechos históricos, «domiciliados en la Castellana». Ha reivindicado al sector como primera línea contra la despoblación.

También una profesión «digna», como defiende el secretario general de UPA, José Manuel Roche, pero que tiene «una rentabilidad nula, incluso negativa», por la falta de medidas que han convertido «problemas coyunturales en estructurales». Un problema agravado, incide, porque los «miles de millones» de fondos de la PAC se destinan a «gente que no se ha subido a un tractor en su vida», y evitan que los agricultores profesionales «puedan vivir de su trabajo, que no de subvenciones».

La reforma legal al menos trata de evitar la venta a pérdidas, admite, pero será «humo» si no se denuncian los incumplimientos. Por parte de Asaja, su secretario general, Ángel Samper, insiste en que las administraciones deben de exhibir «músculo» financiero, es decir, aportación de fondos, para poner solución a la «caótica» situación del sector. E incide también en que la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) valdrá de poco si no se garantizan unos ingresos, porque el agricultor «mal podrá pagar lo que no tiene». Critica asimismo que la reforma legal no remarque el sistema de arbitraje para fijar precios, sistema sin el cual, entiende, será inútil.

Para Jorge Valero, de ARAGA, el problema de la PAC comienza cuando no cumple ninguno de sus objetivos, ya que nació «para compensar rentas, cosa que no hace, y para dar calidad y seguridad alimentaria, cuando se deja entrar de todo sin ningún control», añade.

José Victor Nogués, presidente de Cooperativas Agroalimentarias de Aragón, «las empresas que de verdad hacemos algo por el medio rural», apela a la fusión de entidades como forma de lograr una posición de fuerza en el mercado.

Los sindicatos defienden que tanto en Aragón como en Europa se tiene que apostar por el modelo de agricultores profesionales, frente a otros como el de los grandes latifundios estadounidenses o las macroestructuras públicas chinas. Esto ha llevado a que en la marcha participaran numerosos agricultores jóvenes, los más alejados de la capital llegados desde la Jacetania o Cantavieja.

Martín Torres, de 25 años, llegado de Bailo con otros ocho tractores del Alto Gállego, ha acudido para pedir una PAC y unos precios justos». Ha sido «un día largo» de carretera, pero «necesario» para «luchar por el futuro, aun gastando rueda y gasoil».

Un futuro que no se presenta halagüeño para las nuevas generaciones, coinciden jóvenes como Ángel Maza, de Fuentes de Ebro, Saúl Riba, de Mas de las Matas y Mario Merino, de Valdealgorfa. Todos coinciden en la necesidad de mejorar la PAC y optar cuanto menos a rebajas en el gasoil u otros incentivos. Para dejar de ser los «casos raros» que se quieren quedar en el pueblo a vivir como sus padres.