El peligro que supone la colonización del mejillón cebra a través de las larvas obliga a tomar una serie de precauciones mínimas a toda persona que acuda al embalse de Mequinenza o de Ribarroja. Si las embarcaciones deben cumplir unas normas de limpieza para desinfectar --mediante un chorro a presión de agua clorada a alta temperatura-- todas las zonas que hayan estado en contacto con el agua, tampoco habría que descuidar el resto de barcas hinchables o colchonetas. Ni cualquier material que haya estado en el agua, desde las propias chancletas a la ropa de baño. ¿Qué pasaría si las chancletas trasladan algún tipo de larva y son lavadas en casa? ¿Qué ocurriría si introducimos en un túnel de lavado el coche, cuyas ruedas han estado en contacto con el embalse? Los expertos no niegan el peligro. Si las larvas se introducen en la red de abastecimiento, el desastre sería total. El mejillón cebra colonizaría las tuberías de la ciudad, ya que no existe ningún remedio en la actualidad que pueda luchar contra él, con el grave perjuicio económico que ello supondría. De ahí la importancia de ni siquiera tocar los ejemplares de mejillones cebra y, en caso de descubrir alguno, avisar a los agentes de protección de la naturaleza. Ellos se encargarán de retirarlos.