Los videojuegos, a estas alturas de la película, mueven cifras impropias de una actividad económica normal. Por ese motivo han generado una base de aficionados que se toman tan en serio su práctica que requieren equipos informáticos de más de 2.000 euros, algo que no todos se pueden permitir. Eso ha permitido que proliferen los llamados «centros de alto rendimiento» en los que se reúnen para disfrutar de un entorno propicio para su afición: conexiones de alta velocidad y periféricos de última generación. Las salas de recreativos y los cibecafes mejoradas a la enésima potencia.

El Round 2 es un buen ejemplo de esta nueva tendencia. Su propietario solo tiene 23 años, es de origen andaluz, y decidió abrir su negocio en la capital aragonesa porque el resto de ciudades de un tamaño similar ya contaban con instalaciones de este tipo. «A veces me da un poco de vértigo pensar que estoy al frente», asegura.

El público que acude al local, en la calle Eduardo Dato, tiene una característica común: su juventud. En todo caso, no todos buscan lo mismo. Algunos se están preparando para poder profesionalizar sus horas al frente de un videojuego, pues están en juego muchos millones en patrocinios. Otros simplemente buscan compañía mientras se dedican a lo que más les gusta. Y finalmente están los que acuden en grupo como antiguamente se hacía en los recreativos.

El olor del centro de alto rendimiento es dulzón. Antes de llegar a la caja, en la que se paga en función de las horas que vas a estar enganchado a los juegos que ponen a disposición de los usuarios. «Procuramos estar atentos a todas las novedades», confirma Aguilar. Pese a todo, los clásicos nunca fallan. Y en este contexto dos afamados títulos se llevan todo el protagonismo: el Fortnite y el League of Legends, más conocido como LOL.

El primero atrae a un público menor de edad, pues es el fenómeno más destacable de la industria en los últimos años. El segundo reúne a los jugadores más serios, entre los 25 y los 30 años. Los sillones de aspecto deportivo y las luces de los teclados y los ratones le dan a la enorme sala de juegos un aspecto futurista. «Eso no vale», se escucha.

Un aspecto fundamental en estos nuevos cibercafés está en los servicios que tiene agregados. A las bebidas energéticas, que suelen patronicar los torneos internacionales, se suma un amplio surtido de patatas fritas, chocolatinas y hasta fideos instantáneos. La casa es la que aporta el agua caliente. «Algunos de nuestros usuarios se pasa aquí todo el día», explican. Por solo cinco euros se pueden pasar tres horas en unos equipos habilitados con las marcas más destacadas del mercado: Hyper X, Corsaire o Racer, entre otras.

Una realidad a la que se tienen que enfrentar este tipo de iniciativas es a la ausencia absoluta de paridad. Solo un 5% de los usuarios son mujeres. Pero ellas están encantadas, pues el Elite Gaming Center no es un espacio para la discriminación. «Si no estuviera a gusto no vendría nunca», indica Claudia López que se ha aficionado por influencia de sus amigos.

En Zaragoza otros espacios como Next Level ofrecen servicios similares. Seguramente irán a más. Este mismo fin de semana se celebra un torneo LOL. Más de 4o personas se han apuntado. El negocio progresa.