La larga espera para disponer de un moderno centro sanitario en Teruel parece llegar a su final. La consejera de Sanidad del Gobierno de Aragón, Pilar Ventura, manifestó ayer que espera que las obras del futuro hospital puedan comenzar la próxima primavera, después de que a finales de este mes se firme el acta de inicio de obras y se hayan resuelto los problemas con la licencia de obras solicitada al ayuntamiento.

La consejera dijo que los nueve lotes de obras y cinco de direcciones de obras están adjudicados y firmados los contratos, a excepción de uno que está recurrido ante el Tribunal Administrativo de Contratos, pero esperan que se resuelvan en breve.

Sobre las carencias que denunció el Ayuntamiento de Teruel en el documento por el que Servicio Aragonés de Salud solicitaba la licencia de obras, Ventura aseguró que se han solventado las incidencias después de trabajar «conjuntamente» técnicos de ambas administraciones.

«El acta de inicio es el punto de partida» para la obra, y aunque los trabajos no comenzarán al día siguiente, «no tiene por qué retrasarse», apuntó.

El futuro hospital de Teruel se construirá en unos terrenos situados en la parte alta de la ciudad, en una zona situada entre el casco urbano y la autovía Mudéjar o A-23.

La elección de este emplazamiento estuvo envuelta en la polémica, dado que en el 2013 el entonces consejero de Sanidad del Gobierno de Aragón, Ricardo Oliván, aseguró que se trataba de una zona con elevado riesgo de movimiento sísmico.

Esta advertencia dio lugar a la realización de una serie de estudios sobre las características del terreno que ralentizaron el proyecto mientras los partidos políticos se reprochaban falta de voluntad política para sacar adelante una iniciativa que se iba encareciendo por sus características. Al final, el coste del proyecto se ha disparado a los 103 millones de euros.

Se trata de una obra compleja que requerirá 46 meses de obras, a lo que seguirá el amueblamiento de la instalación y su posterior puesta en funcionamiento. Su apertura supondrá el cambio de función y utilidad para el Obispo Polanco, que, construido en los años 60, se ha ido quedando anticuado para los cometidos sanitarios.