La Universidad de Zaragoza atesora medio millón de libros y colecciones históricas que han estado «exiliados» desde el 2006, cuando abandonaron el Paraninfo para que se pudiera acometer la reforma integral del edificio. Ahora han vuelto a la biblioteca de esta espacio tras una inversión de 400.000 euros, con ayuda de Fondos Feder. El rector del campus, José Antonio Mayoral, aseguró ayer que este patrimonio bibliográfico «tiene un nivel comparable al de las mejores universidades de Europa», señaló.

El espacio se recupera «para toda la sociedad», en tanto en cuanto unifica y pone a disposición de los investigadores un fondo de consulta que incluye «verdaderas joyas», entre ellas una edición de los grabados de Goya en edición manuscrita, varios incunables, los expedientes de Ramón y Cajal y de José Martí, la disculpa de dos años que pidió Ramón Pignatelli para obtener el título el Manipulus Curatorum -que fue el primer libro impreso en Zaragoza, en 1475- o un ejemplar del Quijote del siglo XVIII. Volúmenes que, según señaló el presidente de Aragón, Javier Lambán, «hacen las delicias» de cualquiera que tenga una «mínima sensibilidad» histórica o bibliográfica.

Los libros han estado 12 años fuera de la biblioteca del Paraninfo y fue al principio de esta legislatura cuando se consiguieron los fondos necesarios para la reforma de los espacios. «Ha costado tiempo porque el trabajo no ha sido como comprar muebles de Ikea, sino que ha habido que habilitar estanterías preparadas en espacios protegidos de la humedad», dijo Mayoral.

MÁS DE 400 INCUNABLES

Durante la visita, Lambán, acompañado por la consejera de Universidad, Pilar Alegría, admiró los Libros de Gestis (92 volúmenes que contienen los acuerdos del claustro universitario entre 1671 y 1858); el fondo histórico (con 414 manuscritos, 405 incunables, más de 27.000 impresos de los siglos XVI al XVIII); la sala de revistas; la de investigadores para la consulta o la antigua sala de lectura, ahora bautizada como Sala Jorge Cocci, impresor del siglo XVI del que se conservan en la biblioteca cuarenta obras de gran valor.

Mayoral resaltó que este importante fondo bibliográfico está al cargo de un personal «estupendo» que ha sabido hacer un diseño adecuado para que todo esté «a buen recaudo y en unas condiciones de humedad y ambiente que permitan su óptima conservación», dijo.