El regimiento de Pontoneros y Especialidades de Ingenieros número 12, con sede en Monzalbarba (Zaragoza), es la primera unidad operativa del Ejército de Tierra que recibe el certificado medioambiental según la norma UNE ISO 14.001/1996, gracias al sistema de gestión y tratamiento de residuos implantado en su acuartelamiento. Un galardón que se entrega a aquellas empresas e instituciones que definen una política medioambiental ambiciosa, plantean objetivos en este sentido en virtud de sus características y cuentan con programas específicos.

El director general de SGS ICS Ibérica, Ramón Robles, fue el encargado de entregar ayer un diploma acreditativo de la distinción al jefe del regimiento, el coronel José Coto. Al acto, que se celebró en el acuartelamiento SanGenis, también asistieron el comandante militar de Zaragoza y Teruel, Fernando Torres, y la directora general de Calidad Ambiental de la DGA, Marta Puente.

Coto recordó que el proyecto nació en 1999 a través de una experiencia "piloto" que ya cuenta con nueve personas destinadas exclusivamente al tratamiento de todos los vertidos y residuos que generan las instalaciones. Además, reconoció la "gran labor" de los militares involucrados en el sistema "por su concienciación y control constante".

COMPROMISO Por su parte, Torres alabó "la dedicación y el compromiso" de los pontoneros con la sociedad aragonesa, "con la que ha demostrado estar a la altura de las circunstancias cuando se les ha necesitado". Y la directora general de Calidad Medioambiental calificó el reconocimiento "como un punto de inflexión", ya que para ser acreedor de él hay que "cumplir muchos requisitos y tener una política ambiental y un saber estar".

En concreto, el acuartelamiento posee una oficina de gestión medioambiental en la que operan cinco efectivos y un especialista dentro de cada una de las cinco unidades del regimiento.

El trabajo se centra en llevar todos los residuos que producen las instalaciones a unos puntos limpios , donde se separan y tratan en la medida de lo posible. Combustible, aceites, líquidos hidráulicos, ácido de baterías... Una empresa externa se encarga después de recoger todos los materiales bien organizados.

Igualmente, se realizan controles periódicos de las emisiones de gases: calderas, sistemas de refrigeración y aire acondicionado... Y, además, se han instalado separadores de grasa para evitar que haya vertidos al río Ebro o a los colectores del pueblo.

Todas estas medidas van acompañadas de planes de concienciación a los soldados para generar hábitos de "respeto medioambiental". "Al principio siempre cuesta cambiar las costumbres de la gente, pero luego todos ponen de su parte para que el sistema funcione", explicó a este diario una militar que forma parte del dispositivo.