Esta semana se ha celebrado un hecho insólito en un pueblo de Aragón, uno de tantos aquejado por el problema de la despoblación. Se tata de una boda, la primera que ha tenido lugar en Purujosa, una localidad minúscula de la comarca del Aranda, en las estribaciones del Moncayo. Es, de hecho, la primera ceremonia de este tipo desde que empezó el siglo XXI.

El jotero Ramiro Adiego contrajo matrimonio en la iglesia local, dedicada al Salvador, un hecho que él mismo ha reflejado en su bitácora, denominada El nido de águilas del Moncayo. Para él se trata de un hecho que le hace sentirse «orgulloso». «No vivimos en Purujosa, y probablemente nuestras obligaciones laborales nos impidan residir de manera permanente en la localidad, pero nos sentimos parte del resurgir que vive este olvidado rincón del alto Isuela», afirma en su blog.

Purujosa arrastra una historia plagada de dificultades, hasta el punto de que ha estado a punto de desaparecer completamente más de una vez a lo largo de las últimas décadas. Solo el empeño de sus sucesivos alcaldes, unido al de sus pocos vecinos y sus visitantes, han impedido que esta aldea de las montañas engrosara la larga lista de núcleos aragoneses totalmente vacíos y en proceso de ruina total.

Purujosa solo llega a poblarse en los meses de verano, cuando las familias que emigraron de allí regresan a pasar unos días. La boda de Adiego rompe una tendencia preocupante, pues el templo solo había acogido durante muchos años varios funerales pero ningún bautizo.