Ángel Centelles está soportando con su familia el calvario de tener un hijo de 35 años, enfermo terminal por un tumor cerebral que le irá apagando poco a poco en los dos meses que le quedan de vida, según el pronóstico médico. En esa circunstancia, han ido soportando lo que consideran algunas injusticias en el trato de su seguro médico privado, pero el domingo ocurrió la gota que colmó el vaso.

Según explica Ángel, el domingo se encontraba en su casa, un cuarto piso sin ascensor en la calle General Mayandía --es policía jubilado--, cuando a su hijo le dio algo similar a un ataque epiléptico que le privó definitivamente de la movilidad en las piernas. Ante esto, su padre llamó a una ambulancia para trasladarlo a la clínica, pero para su sorpresa le enviaron una con una única conductora, que lógicamente no podía bajar a Rafael, "de 90 kilos".

"La chica no tenía ninguna culpa", aclara Ángel, "pero no puede ser que estés pagando un seguro y te traten así", lamenta. Más aún cuando la alternativa que le ofrecieron fue "esperar dos horas a que llegara otra ambulancia, porque estaba en Teruel. ¿Cómo voy a tener a mi hijo dos horas así en casa? ¿Y si le llega a pillar a mi mujer sola con él?", se preguntaba.

Al final decidieron bajar al joven con la ayuda de cinco vecinos, para poder trasladarlo a la ambulancia y con ella hasta la clínica Quirón, donde permanece ingresado. "Llamé para quejarme pero solo me dicen que ponga una reclamación, que tengo derecho. Y con eso me quedo", explica el padre, mientras baraja emprender acciones judiciales.

Centelles admite que una posible indemnización "no vendría mal", porque tras dos años de viajes a Inglaterra --Rafael vivía en Birmingham, con su mujer y sus dos hijos, cuando le diagnosticaron y operaron--, gastos médicos y telefónicos, está "muy mal" económicamente, pese a la pensión. "Pero sobre todo lo que quiero es que esto no le pueda pasar a nadie más", explica.

En su caso, además, hay precedentes con la compañía. El seguro médico lo tiene contratado a través de Muface con Adeslas, que ya en su día, cuando trasladaron a su hijo de Inglaterra a España --al no darles ya ninguna esperanza--, no les habilitó una ambulancia para el traslado de Barcelona a Zaragoza. "Nos ofrecían hospitales allí, pero no se hacían cargo del traslado si no pagábamos 650 euros por responsabilidad civil. Lo tuvimos que traer en el todoterreno de un amigo, para que fuera más cómodo", recuerda.

Este diario contactó con el departamento de comunicación de la compañía de seguros para verificar la disponibilidad de transporte sanitario, pero no obtuvo respuesta. Otras fuentes jurídicas consultadas sí indicaron que en principio no habría responsabilidad sanitaria en el último episodio, ya que esta solo se daría si por la tardanza en el traslado empeorara el estado del paciente o peligrara su salud --como en el caso de un infarto o un ictus--, lo que no parece aplicable en este caso. Sí cabría interponer una reclamación por el envío de un transporte no adecuado para el caso, o una alternativa rápida al mismo.