Quienes defienden la necesidad de recrecer Yesa aseguran que si no hay una mayor regulación del río Aragón será imposible garantizar ni la supervivencia de los regadíos de Bardenas --y el desarrollo de otros menores-- ni el abastecimiento a Zaragoza con agua de calidad. Los defensores de esta obra aceptan rebajar su tamaño (duplicar el embalse en vez de triplicarlo) en beneficio del acuerdo, pese a considerar que el proyecto original es mejor. La postura más significativa es, tal vez, la de Sigüés, el pueblo más afectado por la obra. Está dispuesto a aceptar la cota media, pero con compensaciones.