"¡Corre, que no llegamos!". Todavía eran las 11,15 horas de la mañana de ayer, pero para entonces conseguir un buen sitio en la plaza del Justicia de Zaragoza para presenciar la procesión del Domingo de Ramos ya era tarea difícil. Padres con los carros de sus hijos, niños con sus abuelos y familias enteras se agolpaban en las paradas del tranvía y del autobús para llegar al centro. Todos ellos con un elemento en común: la palma repleta de chucherías típica de un día como el de ayer. "Le hemos dicho que le tiene que durar, al menos, hasta después de comer. Si por él fuera, ya se habría comido todas las gominolas", comentaba Sara Güaita mientras que su pequeño David, de 3 años, solo miraba los dulces.

Mientras tanto, en las inmediaciones de la iglesia de San Cayetano y en los balcones de los edificios anexos ya comenzaba a respirarse el ambiente de devoción. Los miembros de la cofradía de la Entrada de Jesús en Jerusalén (que este año celebra su 75 aniversario), identificados con sus hábitos blancos y sus capirotes azules, aguardaban el inicio de una marcha que abrió ayer el constante 'goteo' de procesiones durante todos estos días en la capital aragonesa. "Llevamos todo el año esperando este momento y encima hoy nos acompaña el sol. Es emocionante", comentaba el cofrade Juan Luis García.

Las carracas, únicas

Tambores, bombos, timbales y carracas --un instrumento exclusivo de esta cofradía, tocado por niños--. Todo estaba listo. Sin demora, a las 12.00 en punto se produjo el primer sonido. Una corneta marcó el inicio del retumbar de los instrumentos tocados por los miembros de la Entrada de Jesús en Jerusalén, perfectamente alienados en medio de la plaza. "Vivirlo en directo es impresionante", apuntaba Juan Royo, acompañado por su mujer y su nieto de seis años.

Tras varios minutos de ruido devoto, miembros de las diferentes cofradías de Zaragoza se unieron a sus compañeros, portando más palmas y ramas de olivo. En ese momento, el ruido se volvió más ensordecedor. Preludio de lo que iba a ocurrir a continuación. Eran exactamente las 12.25 cuando la exultante talla de la Entrada de Jesús en Jerusalén salía de la iglesia de San Cayetano con ritmo pausado. En este momento, la plaza del Justicia se rompió con el retumbar de los tambores y de los bombos, que acompañaron con su sonido al paso, para finalizar la marcha con un sonoro aplauso por parte de los presentes.

Acto seguido, la procesión inició su recorrido por Manifestación para llegar a la calle Alfonso, enlazar con el Coso, bajar por San Vicente de Paúl hasta la Plaza San Bruno, la Plaza del Pilar y regresar, finalmente, nuevamente a su iglesia.

Por la tarde, procesionaron la cofradía de la Coronación de Espinas, Nazarenos de Nuestro Señor, el Prendimiento, el Señor Atado a la Columna, Jesús de la Humillación, Padre Jesús de la Agonía la Esclavitud de Jesús Nazareno.