Amparado y confiado en su mayoría absoluta, sin oposición interna ni externa, el presidente del gobierno, Mariano Rajoy, se está lanzando a poner en práctica su programa b, aquellas reformas que no figuraban en su cartelera electoral, pero que el PP lleva en el ADN.

Por ejemplo, una reforma de la ley electoral.

Pero no, faltaría más, corrigiendo los desmanes de D'hont y facilitando el acceso de los partidos pequeños a un mayor número de diputados en el Congreso, sino, ¡abracadabra!, para apuntalar los resultados de las elecciones municipales e impedir que las alianzas de izquierdas ocupen capitales o pueblos que Rajoy considera suyos.

En esta línea, el presidente aprovechaba su visita a Panamá para protestar por el hecho, injusto a su criterio, de que en muchos municipios españoles no gobierne la lista más votada, sino otro regidor sostenido por la aritmética poselectoral. Una vez sentada la premisa mayor, solicitaba esa condición de rango menor basada en el consenso de la cámara. Digo menor porque, al tener la derecha mayoría absoluta, de no haber acuerdo probablemente acabará imponiendo su norma por el artículo 33.

Don Mariano, que poco a poco le va cogiendo el gustillo al poder, y el pulso al país, es de esos políticos que empujan un poquico la puerta y, si no hay resistencia, la acaban abriendo y apropiándose de la nueva estancia.

El PP ha empujado la puerta de los sindicatos, y ha cedido. La del PSOE, y ha cedido. La del Parlamento Europeo, y ha cedido. Ahora quiere abrir definitivamente la puerta electoral a un triunfo grande en la mayoría de ciudades españolas, de cara a las municipales de 2015. Rajoy quiere que gobiernen los alcaldes más votados porque, hoy por hoy, el PP puede sacar más votos que el PSOE en los distritos urbanos. No ganará en el País Vasco ni en Cataluña, pero en el resto...

Obviamente, Rajoy no reflexionará, o haría dudar de su plan, sobre el destino de esos alcaldes más votados que accedan a la vara municipal sin mayoría clara. ¿Cuánto durarán sin moción de censura, los cien días de respeto, un año, dos? Toda legislatura, parece difícil...

Tampoco ha desvelado el presidente si hará extensiva la norma a las comunidades autónomas. ¿Por qué? ¿Habrá en ese silencio gato encerrado?