El cierre del puerto de Somport para vehículos de más de 3,5 toneladas a causa del riesgo de deslizamiento de una ladera ha tenido como primer efecto más visible el fuerte incremento del flujo de camiones por los otros dos pasos fronterizos entre Aragón y Francia: el túnel de Bielsa-Aragnouet y, sobre todo, el puerto de Portalet.

Sin embargo, no solo el transporte por carretera se ha visto afectado. El turismo podría resentirse si, como temen a un lado y otro de la frontera, el continuo paso de vehículos pesados estropea una carretera, la RD 934, que no está concebida para la circulación de tráilers y que atraviesa una zona, el Parque Nacional de los Pirineos, de gran valor natural.

En Bielsa se ha pasado de 36 a 64 vehículos pesados de media cada día y en Portalet el aumento ha sido todavía mayor. "Antes del problema de Somport había días en que, como máximo, pasaban por Portalet 10 o 12 camiones, pero ahora hemos contado hasta 80 al día", señala Marcel Faurie, responsable de la vía departamental (autonómica) RD 934, que une la frontera española con Pau.

MIEDO AL CIERRE Pero, por pocos que sean los tráilers que utilicen el Portalet, quienes viven en ambas vertientes, en el valle de Ossau y en el de Tena, consideran que los vehículos pesados pueden ocasionar graves problemas.

"Por aquí, normalmente, no pasan más que unos pocos camiones cargados de paja, entre dos y seis cada día, como mucho", afirma María Antonia Guillén, que regenta un comercio dedicado al turismo en la frontera de Portalet. "Ahora el tráfico de vehículo pesados ha aumentado bastante y tenemos miedo de que la carretera se estropee y se cierre por falta de seguridad", subraya.

Si eso sucediera, su negocio sufriría un duro golpe, pues vive del turismo francés casi al cien por cien, al igual que el resto de ventas del lado español de la frontera. Pero más abajo, en la parte francesa, piensan lo mismo. "En el 2002, en primavera, se hundió un tramo de carretera en la garganta de Hourat y fue desastroso para el turismo", apunta Régis Rémy, propietario de un establecimiento de Laruns que hace las veces de bar, estanco y librería.

Además, la travesía urbana de Laruns es muy estrecha "y se crea un problema de seguridad para los peatones". "Los camiones pasan deprisa, muy pegados a las casas y todo tiembla", asegura Rémy. De hecho, el alcalde de Laruns, Robert Casadebaig, dictó hace unos días un decreto que prohibía el paso de camiones por la población entre las seis de la tarde y las nueve de la mañana. De esta forma, intentaba limitar las repercusiones del cierre del Somport, pero, tras prohibir el paso de los vehículos más pesados, las autoridades del departamento rectificaron y permitieron el paso alterno de aquellos con más de 12 toneladas.

En principio, esta situación no debería durar más allá de finales de junio o mediados de julio, el tiempo que cueste estabilizar una rampa del Somport minada por la lluvia y la nieve del pasado invierno. Pero, como han denunciado la DGA y las empresas de transporte, el daño causado a la economía aragonesa es notable.

Portalet y Bielsa son pasos alternativos y provisionales para entrar a Francia y volver a España. Sin embargo, al tratarse de carreteras de montaña que atraviesan valles muy cerrados, no están debidamente preparadas para absorber todo el tráfico de vehículos pesados que canalizaba el Somport, cifrado en unos 300 camiones al día en los dos sentidos.

Con todo, el pasado miércoles, primer día de circulación alterna de vehículos de más de 12 toneladas, fueron varios los transportistas españoles que se atrevieron a usar la frontera de Portalet para ir a Francia o volver.

La mayoría de los vehículos pesados transportaban paja o maíz y sus chóferes se adentraron con cierta aprensión en la vía que une la frontera y el pueblo de Laruns, un estrecho tramo de 25 kilómetros con fuertes desniveles y numerosas curvas cerradas.

"La carretera es tan mala y con unos repechos tan fuertes que se solo se puede pasar por aquí de vacío, sin mercancía", explicó Olegario García Berrocal, un camionero que regresaba de descargar clorato en una fábrica de Saint-Gaudens. "La alternativa es Irún, pero cae lejos", explicó.