¡Pero qué bien se está cuando se está bien!, cuando el solecico de la mañana le da a una en su fachada de un blanco inmaculado, y contempla cómo se despierta la plaza, y mi torre se dispara hacia el cielo como una flecha que quisiera romper las tinieblas del alba.

Oigan, no se quejarán, vaya Semana Santa que estamos teniendo, por fin un año en el que, las gentes de bien, en vez de mirar al cielo, escrutando entre las nubes si lloverá o no lloverá, pueden mirar a pie de calle el procesionar de nuestras cofradías, con una chaquetita fina o, incluso los más calurosos, en mangas de camisa, hasta de manga corta las he visto alguna de estas noches.

Hoy me lo voy a pasar pipa. Ya he tenido la oportunidad de contemplar estos días algunas cofradías que han pasado ante mí, bajo mi arco trasero, ocupando la plaza y proyectando surrealistas sombras de capirotes y pasos en mi fachada. He tenido el privilegio de escuchar las predicaciones de algunas de ellas y me siento orgullosa, como catedral, de este pueblo que, aunque sea por unos pocos días, "rompe las paredes de las iglesias" para sacar los púlpitos a la calle y predicar de manera pública la devoción a sus advocaciones.

Como decía, hoy voy a disfrutar en primera persona de las catorce procesiones que poblarán nuestras calles. Catorce procesiones en un día grande de la Semana Santa, Jueves Santo, un día de amor fraterno, de lavatorio de pies, de institución de la Eucaristía, de un Cristo que se pone al servicio de los demás, queriendo ser el último y no el primero, y al servicio del Padre, aceptando ese cáliz de amargura, comienzo de su Pasión.

Catorce cofradías, de las cuales cuatro desfilarán por la mañana y el resto en una tarde "abarrotá", como predicaba el Dúo Sacapuntas. No crean que es fácil escribir una crónica de un día como el de hoy y no crean que es poca la responsabilidad de recomendar o aconsejar sobre qué ver y dónde verlo.

Desde lo alto de mi torre contemplo un intrincado laberinto de calles por las que esta tarde las cofradías parecerán jugar al ratón y al gato, apareciendo unas de detrás de una esquina mientras las otras desaparecen tras la siguiente.

Empecemos por la cofradía de la Exaltación de la Santa Cruz, que tiene el detalle de comenzar animándome la mañana, si miro de reojo, puedo ver su salida con la peana del paso insignia literalmente exaltando la cruz, tras pasarla, muy agachadita, bajo la puerta de la Real Maestranza de Caballería. La Coronación de Espinas vendrá desde mi amiga y compañera la iglesia de San Felipe, para concederme el honor de albergar, aunque sea por un ratito, sus preciosos pasos.

La cofradía de Cristo Abrazado a la Cruz se quedará un poquito más allá, no se pierda su predicación tras el teatro Principal y la de la Crucifixión, viniendo con su hábito franciscano, a cara descubierta desde el barrio de Torrero, ambas encerrarán esta mañana en Santa Isabel.

Y por la tarde, les planteo una partidita de guiñote, yo barajeo y reparto, sobre el tapete de las calles del centro, una mano en la que tenemos de todo. No me sean como esos jugadores de bar que arrastran el culo por un zarzal y cantan las cuarenta al grito de "... pero atormentan". Sean respetuosos en esta partida, pero desde luego es una partida con las cuarenta, las veinte, arrastres y hasta el as de copas.

El as de copas lo pondrá, lógicamente, la cofradía de la Institución de la Sagrada Eucaristía, estrenando este año un nuevo Cristo en su paso del cenáculo, muy recomendable contemplarlo en su paso de costal. Las espadas vienen de la mano de los siete puñales que atraviesan el corazón de las dolorosas del Silencio, la Llegada de Jesús al Calvario, el Descendimiento o la Columna.

Los bastos los pone la cofradía de Nuestro Señor en la Oración del Huerto, con su olivo de ramaje natural en ese precioso paso de Francisco de Borja. Los oros vienen de la mano de Judas en el paso del Prendimiento, treinta monedas, de plata sí, pero monedas al fin y al cabo, permítanme esta pequeña licencia.

Y si no les gustan las cartas juguemos a los dados, los que usaron los romanos para sortearse las vestimentas del Despojado, que hoy abrirá los desfiles vespertinos desde San Juan de los Panetes. Pero, sobre todo, en esta partida de Pasión y Muerte, reserven un hueco para la Esperanza, me refiero a la de la Real Hermandad de Cristo Resucitado y Santa María de la Esperanza y del Consuelo, que acercará a su Virgen, luminosa y delicada, hasta Santa Isabel.

Y si le parece poco el despliegue cofradil al llegar la madrugada, si se acerca a la plaza de San Cayetano, podrá escuchar el sempiterno: "¡Las doce, la Piedad está en la calle!". Camino del Boterón, con saetas, antorchas y una talla recién restaurada que luce como nunca.

¡La partida está servida, a jugar!

Coordinador Ámbito Cofrade